Una espanolita en Londres

Una espanolita en Londres
Camden Town Girl...o sea, yo

Fabio, yo y mil historias inventadas contrarreloj

Yo, españolita, treintañera y con ganas de hacer algo diferente en mi vida, he decidido, por fin, poner por escrito las millones de historias y fantasías que pasan por mi cabeza... ¡en forma de reto!

Fabio, un hombre argentino aficionado a la literatura si cabe más que yo, me manda sus historias y cuentos desde hace poco, y yo le correspondo con las mías. Alguien a quien no conozco, una conexión difícil de explicar...

El reto es, cada vez que reciba un texto de Fabio, he de contestarle en menos de 24h, con una historia totalmente nueva y original...

¿Podré seguir el ritmo? ¿Será mi imaginación tan fantasiosa como siempre he pensado? ¿O no seré más que otra españolita en Londres que se piensa que, por estar en esta ciudad tan libertaria, puede hacer cualquier cosa que se proponga? ¡Este blog me sacará de mis dudas! :>


miércoles, 24 de febrero de 2010

La quinta, y sigue lloviendo

Hola a todos y todas. Aquí estoy este jueves de manana pensando que debería estar vistiéndome en vez de actualizar el blog. El día esta gris, húmedo y apunta deprimente. Al menos las temperaturas rozan casi las 2 cifras con lo cual algo hemos mejorado.

Fabio ha vuelto a atacar con un libro, voy a tener que hacer horas extras... me encantan sus expresiones argentinas. Dice que no ha tenido tiempo de leer mi relato, así que no os puedo comunicar lo que opina de la cuarta historia.

Sin más preámbulos, aqui va la quinta historia contrarreloj. Mil besos a todos y todas:




LA MAGDALENA Y YO

El día que Magdalena del Carmen nació grandes señales había en el cielo. Como el famoso moro de la morería ese, de cuyo nombre no me acuerdo. Su madre, que era muy católica y muy santa ella, si obviamos su profesión claro, le puso semejante nombre: Magdalena, la puta de la Biblia que ella consideraba la patrona de las de su carrera, y del Carmen porque así sonaba más importante. Las señales las vio ella en la luna, decía, que aquel día tenía un color especial y estaba acompañada por el mayor séquito de estrellas jamás visto en el cielo. Si ella lo dice... En cambio, la noche que yo nací, una horrorosa tormenta de rayos y truenos atemorizó a Madrid.

El caso que, repasando los acontecimientos, lo único grande que consiguió la Magdalena en toda su vida fue no seguir los pasos de su madre. Que para alguien como nosotras, hijas bastardas de putas, es todo un triunfo. Y os preguntaréis porqué la Magdalena se libró. Pues porque era hermosísima. Hermosa y guapa a más no poder. Yo le tenía una envidia ya desde niñas que me moría. Crecimos juntas en la calle, en la escuela, en mi casa y en su casa. Nuestras madres eran muy amigas, grandes compañeras de vida y profesión. Se entendían con sólo dedicarse un gesto o una mirada. Así que esta medio hermana mía que era la Magdalena me hacía morir de la envidia por su hermosura. Muchas luces no tenía la pobre. Yo era mil veces más espabilada que ella. ¡Anda que no le tuve que sacar las castañas del fuego veces! Pero claro, yo era enjuta y regordeta y ella era como una modelo de revista. Yo también me libré de ser puta, a costa de mucho sacrificio y esfuerzo, muchas noches sin dormir y mucha responsabilidad a mis espaldas.

Ya de más creciditas, mientras la Magdalena se dejaba seducir y seducía a todos los chicos de la escuela y allegados, yo me sumergía en interminables lecturas de cualquier cosa que caía en mis manos. Lo hacía porque no me quedaba otro remedio, porque yo no hubiese conseguido seducir ni al perro de la vecina. ¡Me moría de la envida! Pero bueno, al menos conseguí el graduado escolar, y luego el bachiller y luego vino la universidad, aunque me costó sudores y aún más lágrimas conseguirlo. Mi madre estaba orgullosísima de mí, ¡su hija en la universidad! He de decir que dentro de nuestro particular ambiente fue todo un hito histórico, ¡la hija de una puta en la universidad! No sólo mi madre estaba orgullosa sino todas sus compañeras, que me ponían de gran ejemplo a todos sus hijos bastardos.

La universidad me cambió la existencia y conocí por primera vez en mi vida el calor de los hombres. Historias fugaces que aliviaban mis bajas pasiones. También me tuve que esforzar mucho para no defraudar a mi madre y nuestro ambiente. Mientras yo estudiaba horas y horas y más horas la Magdalena se pavoneaba por la Latina con hombres de todas las calañas, pero que en general compartían una cosa: eran ricos. La Magdalena era conocida dentro de los círculos artísticos y selectos de Madrid y muchos hombres pretendían su compañía. Aquí he de defender a la Magdalena y decir que ella se iba con quien le agradaba, con quien a ella le gustaba y le trataba bien. Pero al final, todos se cansaban de su particular capricho y la dejaban sin mayor miramiento. Así pasó la Magdalena toda su juventud, de hombre en hombre, acicalada hasta las cejas y alabada a cada paso que daba.

Pero claro, la juventud pasa, y luego vienen las arrugas. Las carnes se caen y el maquillaje se hace cada vez más pesado para disimular años. La Magdalena se fue quedando sola. Sin embargo, yo conocí al mejor de los hombres. Un compañero de la carrera, de origen muy humilde y dudoso como yo. Nos comprendíamos perfectamente porque sabíamos exactamente de donde veníamos. Nos queríamos de una forma clara y sin alardes, así que nos casamos y formamos una familia con los años. Conseguimos jubilar a mi madre que ahora ya disfruta de una tranquila madurez junto a sus nietos.

La Magdalena tuvo que empezar a trabajar por primera vez en su vida a los 29 años, de camarera en un bar de la Latina y gracias, porque no sabía hacer nada más. Su madre se había cansado de trabajar a destajo para cubrir los huecos de sus cada vez menos pudientes amantes. Del bar de la Latina fue bajando de categoría hasta terminar en el bar de la esquina de la calle donde crecimos. Y también tuvo que empezar a limpiar escaleras en barrios acomodados. Ahora la que se moría de envidia era ella, por mí y por lo que yo había conseguido en la vida, mi familia y mi profesión.

Durante todos estos años la Magdalena y yo hemos sido amigas y mantenido la relación. Por muchas envidias que haya habido entre nosotras siempre hemos sido hermanas, crecido juntas en uno de los ambientes más horribles que alguien pueda imaginar, y eso une mucho y para siempre.

El otro día tomando café juntas me dijo, “Clarita, dicen que la suerte de la fea la guapa la desea, ¡qué gran verdad es esa!”. Y yo me mordí la lengua para no darle la razón y decirle pues sí, es verdad, las cosas no son como empiezan, sino como acaban.

viernes, 19 de febrero de 2010

Cuarta historia o el caos se me apodera

¡Acabo de terminar la cuarta historia! Es un poco triste pero me gusta mucho. Gracias al cielo que la historia me ha animado, porque miro a mi alrededor ¡y sólo veo caos! Pobres padres míos, tantos años esforzándose porque fuese ordenada y limpia... ¡Madre que cuarto! Creo que el primer paso lógico para devolver el orden a mi universo sería agarrar la papelera y tirar los envoltorios, papeles arrugados, etiquetas de ropa..... Luego ya veremos, sobre la marcha :P

Fabio opina ésto de mi última historia (un poco largo, sorry!):

“Fui leyendo LOS MISTERIOS DE MARIA a medida que los comentaba. Esto es lo que encontré:
Me encanta cómo empieza. María desentonaba escandalosamente en aquel pub, etc, etc. Eso ya me transporta directamente a escena y me da ganas de meterme en la historia. Es un gran acierto ese “..fíjate, ya funcionaba”. Hace entrar al lector en la intimidad del narrador al dirigirse directamente a él como a un amigo. Es como que te lo está contando en la mesa de un bar. Llegué hasta que se aparece con su guardaespaldas y el abogado y estoy lleno de curiosidad. Qué pudo haber pasado para que María vaya acompañada de esa manera. Ahora llegué a cuando se sabe que narra una mujer. Sería bueno, o que se sepa que narra una mujer desde el principio y que aparezca cierto sentimiento de envidia por ejemplo (o si no sentís envidia por una mujer, algún sentimiento fuerte como una admiración que a la narradora la haga mencionar algún rasgo de su personalidad) por la elegancia de María, etc., o que sea un hombre el que narra y aparezca todo lo que una mujer elegante le puede despertar a un hombre. Siempre conviene que conozcamos de entrada la identidad del narrador, no guardarse información necesaria para el lector. La historia es muy buena. La idea de que es real está bien. Pero todo cuento para el lector tiene que parecer una historia real. En este caso, hacer mención a eso refuerza la idea y ayuda a creerle más a quien la cuenta. Con todo es la historia que más me gustó de las tuyas”


No está mal no? Aquí está la cuarta historia contrarreloj creada para Fabio:




TE ECHO DE MENOS

Me despido de la vecina del quinto con amabilidad y una gran sonrisa. La pobre mujer no podía con tanta bolsa de la compra y le ayudé. Entro en mi casa, dejo mi abrigo y bolso en el armario de la entrada y voy a la cocina, ¡qué sed tengo! Acto seguido voy al baño, me desnudo y me sumerjo en un baño interminable al son de un CD de Serrat.

Al oído y con todos tus aires...

Después de cenar me tiro al sofá con mi humeante infusión: si, estoy aquí amor mío, ya puedes hablarme. Ya terminé mi día y ahora soy toda para ti. ¿Qué quieres que hagamos hoy? ¿Ver las fotos de las vacaciones en Asturias? Qué bien lo pasamos, fueron unas vacaciones tan tranquilas. Te echo de menos.

Susúrrame eso que sólo tú sabes...

Antes de salir de casa camino de la oficina me miro en el espejo de la entrada: perfecta. El pelo limpio y sedoso, mi piel perfectamente hidratada, el maquillaje tapa cualquier vestigio de ojera y la ropa impecable. Sencillamente perfecto, como yo lo quiero, para que nadie me pregunte cómo estoy. Al principio, después del accidente, todo el mundo insistía en preguntarme cómo estaba, cómo lo llevaba, si lo estaba superando. Entonces, mi apariencia daba pena. Desde que empecé a cuidarme ya nadie me pregunta. Qué alivio. Da gusto que ya me dejen en paz.

Morena de mis mil amores...

Hoy me toca limpiar el baño a fondo y pasar el aspirador por todo el piso. Mañana es viernes y vendrá Eva a cenar. ¡Qué maja que es la Eva! Me encanta quedar con ella porque habla y habla sin parar y además es muy graciosa, me río con ella muchísimo. Qué maja. Voy a dejarme el postre ya hecho esta noche, así puedo ir más tranquila mañana preparando la cena y vistiéndome. Estrenaré el vestido verde de algodón.

Que por mí los vientos bebes...

Ya estoy otra vez en el sofá contigo amor mío. Ya puedes venir y decirme cosas al oído, ya puedes hacerme tus cosquillas y decirme que me quieres. ¿Verdad que ya te he dicho que tus versos me vienen a la cabeza una y otra vez? ¿Verdad que sí? Me escribías cosas tan preciosas, que te salían así, del corazón en un santiamén. Cuánto te echo de menos.

Ven aquí y dime que me quieres...

Con Eva me lo he pasado como una enana. ¡Qué risas me he pegado! ¡Qué cosas que tiene esta chica! ¡Nos hemos metido entre pecho y espalda 2 botellas de vino! Madre mía, qué maja que es, si la quiero yo a esta chica. Me voy a quedar aquí arrebujada en el sofá contigo amor mío, aquí contigo toda la noche. ¡Ay si te echo de menos!

Y que a vivir sin mí ya no te atreves...


(Hace 11 meses...)

Alicia nena, date prisa, que si no se nos hará de noche en la carretera y no me gustaría. ¿Qué haces? ¿Qué te pasa? Si con cualquier cosa estás preciosa nena. Ay no me hagas reír, qué bruta que eres a veces. Ven, ven aquí Alicia nena, ven, que te voy a decir una cosa...

Morena de mis mil amores,
susúrrame eso que sólo tú sabes,
al oído y con todos tus aires...

Ven aquí y dime que me quieres,
que por mí los vientos bebes
y que a vivir sin mí ya no te atreves.

martes, 16 de febrero de 2010

Tercera historia en medio del temporal de la depresión

Me deprime mirar por la ventana. Hace un día de perros, gris oscuro y muy lluvioso. Mi cuarto se me antoja un refugio en medio de una horrible tempestad...

Esta es ya la tercera historia contrarreloj que he escrito y me ha costado mucho. Tenía la historia clara en mi mente pero a la hora de escribirla me he liado. No se, no me convence, pero no tengo tiempo de cambiarla: exactamente dentro de 23 min se cumplen 24h desde que recibí la última historia de Fabio. ¡Y tengo que ir a trabajar! :P

Voy sabiendo más cosas de Fabio, y ay Dios, resulta que es escritor de los de verdad! Ha publicado 2 novelas en su Argentina natal, me envió una que ahora estoy leyendo. Además, es profesor de escritura creativa y trabaja de corrector de estilo para otros autores. ¡Cuando lo leí me puse nerviosísima! ¡Y yo pensando que le mandaba mis historias a un simple aficionado! Hemos pactado que tiene que ser crítico conmigo porque quiero convertirme en una mejor escritora. Os pongo aquí debajo lo que piensa de mis 2 primeras historias:

“Me gusta el lenguaje directo con que narrás. Un tema muy visto pero tratado con mucha originalidad, y lo más importante, desde las entrañas. La anáfora "pasa el tiempo" le da un ritmo al relato desde lo sonoro. Y las escenas que se aparecen entre medio son variadas y dan ganas de saber cómo sigue la vida de esa mujer abandonada”

“me gustó tu historia. Muy fuerte. No puedo dejar de relacionarla con vos ahora que sé que sos científica. ¿Te puedo hacer una pequeña crítica? Espero que sí. Pasan dos páginas y media del cuento contando cosas genéricas de Marina y la acción en sí de la historia empieza al final. A mí, como lector, me hubiera gustado que comenzaras la acción puntual antes. La acción puntual es lo que me engancha más. La historia es excelente. Yo te digo esto solamente porque traté de trabajarlo en mis cuentos.”

No está mal no? :P

Aquí va la tercera historia contrarreloj:


LOS MISTERIOS DE MARIA

María desentonaba escandalosamente en aquel pub medioescondido de Kentish Town. Y no porque fuera española no, eso no tenía nada que ver. En el pub trabajábamos varios extranjeros. El problema es que María tenía toda la pinta de alguien que nunca iba a necesitar trabajar en un pub.

Aún la recuerdo allí, siempre tan callada pero tan amable con todo el mundo, detrás de la barra del bar con la mejor de sus sonrisas y disponibilidad. No era hermosa, pero tenía un rostro sereno y una figura muy esbelta. La verdad es que tenía porte de aristócrata. ¡Y qué pelo! La melena castaña más bonita y perfecta que he visto en mi vida. La llevaba entera, sin capas ni flequillos, y le llegaba justo por debajo de los hombros. Brillaba siempre como un espejo. Y también me acuerdo de su perfecta piel. Color aceituna y tan brillante y luminosa como sus cabellos. Vestía muy sencilla, demasiado. En cualquiera de nosotras esas ropas hubieran lucido rancias. Pero en ella quedaban elegantes y sobrias. Y no llevaba ninguna joya, nada, excepto un reloj de correa antiguo que según ella había pertenecido a su abuela y fíjate, aún funcionaba.

María estuvo trabajando con nosotros exactamente 7 meses, 2 semanas y 3 días. Después, desapareció. Sin más. Un buen día no se presentó a su turno y por más que llamásemos a su móvil éste estaba siempre apagado. Os podéis imaginar el revuelo que se armó en el pub. Unos pocos de nosotros fuimos a la dirección que había dado en el trabajo como su domicilio. Cuando fuimos allí, nadie conocía a una tal María. Y el problema es que, aunque se hizo de querer, ella era siempre tan silenciosa y entregada a sus faenas que ninguno de nosotros la conocía realmente, por lo que no teníamos ni idea de donde ir a buscarla.

De todas formas, durante el tiempo que estuvo en el pub ocurrieron cosas raras. Por ejemplo, todos los jueves sobre las 6 en punto de la tarde, llegaba al pub un señor bajito y regordete de gafas muy gruesas que se quedaba hasta las 9 de la noche más o menos. Durante todo ese tiempo el buen hombre no bebía más que media pinta de coca-cola light, algo realmente muy muy extraño. Por cierto, María era la que siempre se la servía: el buen señor esperaba pacientemente a que ella estuviese libre para ir y pedírsela. Nosotros nos dimos cuenta y le gastábamos bromas a la pobre María con que el buen hombre estaba enamorado de ella. Uno de esos jueves empecé a notar que el misterioso hombrecillo dejaba siempre el periódico que pacientemente leía durante casi 3 horas encima de cualquier mesa que estuviese libre, y María muy solícita salía justo en ese momento del bar a recoger vasos vacíos y, os podéis ya imaginar, coger el periódico para supuestamente tirarlo a la papelera. Pero jamás lo encontré allí.

Otra cosa extraña es que se negaba prácticamente en redondo a servir a clientes españoles. Según ella porque había venido a Londres a aprender inglés y quería evitar la tentación que representaban sus paisanos turistas de hablar su lengua materna.

El caso es que María despareció sin más, dejándonos con la duda de qué demonios habría pasado y, más profundo todavía, quién era María.

Las respuestas a nuestros dilemas llegaron 4 meses más tarde de una manera demasiado abrupta y seca: la misma María se presentó en el pub para disculparse con el dueño y darle una merecida explicación. María no vino sola aquel día. María vino con un guardespaldas y su abogado.

¿Quién demonios era María?

Aquel mundano día María ya no llevaba ropas sencillas. Llevaba un traje sastre impecable y un bolso Chanel. Las uñas de sus manos estaban lacadas en rojo y sus ojos embellecidos con sombras doradas y lápiz negro. También llevaba pendientes, una cadenita finísima al cuello, 3 pulseras y 2 anillos. Y el mismo reloj viejo. Nuestra curiosidad alcanzaba ya el cielo.

¡¿Quién demonios era María?!

Pues María era ni más ni menos la rebelde y juguetona esposa de un multimillonario sueco. Era la hija de una acomodadísima familia española con raíces aristocráticas. Era la sobrina de uno de los políticos españoles más influyentes de los últimos quince años. Y era la madre de un niño educadísimo de 5 años.

¿Qué demonios hacía María en un pub medioescondido de Kentish Town?

María había llegado hasta nosotros por una apuesta. Había apostado con su marido a que era capaz de desaparecer completamente del mapa durante al menos 6 meses. ¡Y que me maten si lo consiguió! ¡Casi 8 meses nada menos! Había elegido Londres por su tamaño, su población y la alta tasa de extranjeros que venían a ella a probar fortuna o simplemente a vivir la vida. En Londres sería muy sencillo para ella pasar desapercibida. Y el misterioso hombrecillo regordete de gafas gruesas era su informante, que puntualmente cada semana le traía noticias de su hogar. Obviamente evitaba a toda costa tener contacto con españoles por si la pudieran reconocer, de las revistas de corazón y fuentes de ese estilo.

La explicación fue tan simple, tan sencilla, y tan inverosímil que nos quedamos todos pasmados. Tras meses de macabras conjeturas y fantasiosas conspiraciones, María no era más que una niña rica aburrida jugando a los espías.

Su abogado se aseguró de dejar contento al dueño del pub con una suma jugosa de libras y al resto de nosotros nos dio las gracias por haber hecho aquel tiempo tan llevadero y agradable.

Y así, sin más, María se fue otra vez, ahora para siempre jamás.

Por cierto, María no se llamaba María, pero si revelo aquí su nombre igual me manda a su legión de abogados y guardaespaldas y yo sólo quiero estar tranquila.

Esta historia, por increíble que suene, fue verdad, y nos enseñó a todos que hay gente capaz de abandonar casa, marido e hijos por el capricho de una apuesta. Gente que se puede permitir el placer de trabajar en un mediocre pub por diversión y de desaparecer convenientemente cuando se aburre. Gente que le tiene más apego a un reloj antiguo que a su familia.

Por mi parte, prefiero recordar a la María sencilla, modesta y educada. A la María solícita y responsable que jamás faltaba a su turno y en el más húmedo de los días acudía al trabajo con su mejor cara. La otra María niña rica aburrida me desconcierta, revuelve mis tripas y principios morales.

Mi novio escribe guiones de cine y está escribiendo esta historia para una película. La historia de María podría convertirse en un éxito al estilo Hollywood... la vida te sorprende cualquier día de estos.

sábado, 13 de febrero de 2010

Segunda historia en medio del abismo de la resaca

Hoy mi bandeja de entrada me ha sorprendido con otro email de Fabio, otra hermosa historia, esta vez de intriga.

El reto sigue en pie! Asi que segura y valerosa me he dispuesto a escribir mi historia original cuando he caido en la cuenta del estado mi cabeza. Ningun problema, he pensado, una tetera bien cargada me ayudara a salir del paso... y es que la jungla volvio a regalarme anoche otra sesion de pintas traicioneras y musicas ruidosas dificiles de bailar.

Esta historia no tiene nada que ver con la primera, es totalmente diferente. Seguid siendo benevolentes un poquito mas por favor, hasta que pille mas ritmo ;>

Aqui va:


LA ENCRUCIJADA DE MARINA

La vida de Marina había transcurrido desde el día de su nacimiento con una normalidad pasmosa. Todo en ella era normal, común, simple. Nada hacía presuponer que Marina escondía un secreto de dimensiones no controladas desde su más tiernos añitos. Gracias al cielo que me dí cuenta antes que los papás y la maestra de la escuela, se decía siempre a ella misma, cada vez que la vida le probaba que había hecho bien en guardar tan celosamente su secreto.

Pero ahora se encontraba en una encrucijada del destino: desvelar su secreto y salvar millones de vidas o callar y dejar que el mundo siguiese su curso para bien o para mal. Difícil elección cuando ese secreto ha sido ocultado a tus seres más queridos, cuando llevas toda tu existencia viviendo una farsa y fingiendo ser alguien normal. Fácil elección para alguien sin tan pesada losa a sus espaldas.

El secreto de Marina, paradójicamente, era simple: Marina era superdotada. En especial con los números y problemas lógicos. Desde que era un renacuajo que apenas levantaba del suelo, Marina transformaba mentalmente todo en números y problemas lógicos de causas y efectos. Por tanto, para ella, la solución de las cosas, problemas y demás circunstancias mundanas era un juego de magia. Como apretar un botón en su mente y click, problema resuelto. También poseía una portentosa memoria y con tan sólo despistadamente leer una página de un libro ésta quedaba grabada a fuego en su cerebro. ¿Por qué había guardado ese secreto tan egoístamente y no había hecho al mundo partícipe de tan portentoso intelecto? Simple también: porque Marina quería ser normal, vivir en un mundo normal y tener una vida normal.

A ojos de su familia y el resto de personas presentes en su vida, Marina siempre había sido una niña aplicada que sacaba buenas notas en el cole. Eso sí, un poquito vaga, había que luchar con ella para que se sentase a hacer la tarea después del colegio y dejase de ver Barrio Sésamo y lo que viniese después. Su adolescencia, como la de tantos, había sido rebelde y enfadada. Siempre discutiendo con sus preocupados padres por la hora de llegada a casa, por la longitud de la camiseta y por lo poco que sus ajustados vaqueros dejaban a la imaginación. Aún así, entró en la universidad sin problemas eligiendo la Licenciatura de Químicas como su particular paseo universitario. Como estudiar para los exámenes no era para ella un problema, Marina se dio a la mala vida de las fiestas universitarias y no académicas, las partidas interminables de cartas en la cafetería de la facultad y la degustación vía cigarrillo de variadas hierbas. ¿Su “truco” para aprobar siempre los exámenes? Encerrarse en el cuarto a estudiar unos días antes de ellos. Pero Marina era feliz porque era una persona normal. Porque tenía la inmensa suerte de poder disfrutar de todos esos pequeños placeres de la vida que le habrían sido negados en su alternativa existencia.

Marina escogió Bioquímica como especialización porque los problemas lógicos y numéricos en los que ella transformaba células, proteínas, ácidos nucleicos y hormonas eran los más bellos, a la par que los que suponían un mayor reto, de todos los que habían pasado por su mente. Marina seguía siendo feliz y encima estudiaba algo que le llenaba intelectualmente. Así que no es de extrañar que un par de meses antes de hacer los exámenes de final de la carrera anunciase a sus orgullosos padres y amigos que iba a continuar en la universidad estudiando el Doctorado. Quería convertirse en Doctora en Bioquímica y seguir toda su vida llenando su mente con bellos y retadores problemas protagonizados por diminutos personajes. Marina era feliz.

El doctorado transcurrió con normalidad, como era lógico en la aparente vida de Marina, regado con miles de litros de café y profundas conversaciones en la oficina hasta altas horas de la noche. Su tesis versaba sobre el Alzheimer, esa terrible enfermedad que segaba de una manera tan triste cada vez más vidas humanas.

Y entonces llegó la terrible encrucijada del destino: Marina había descubierto el por qué y la cura de la enfermedad. Lo curioso del caso, es que era algo tan simple, tan lógico, había estado allí todo el tiempo, invisible a los ojos de tantas mentes inteligentes y estudiosas. Pero ella, transformando la cadena de acontecimientos y a sus personajes en problemas numéricos lo había visto: era uno de ellos, una diminuta proteína que hacía algo más que lo que todo el mundo pensaba. Sólo hacía ese algo más cuando otra cadena de acontecimientos desencadenaba en un particular escenario en el cual esta diminuta proteína representaba su papel secreto. ¡Y Marina lo había descubierto! Estaba tan excitada, tan contenta porque iba a poder solucionar la vida de tantos miles de personas en el mundo. ¡La satisfacción era desbordante!

Entonces llegó la pesadilla: era imposible contarle al mundo lo que había descubierto sin revelar que era superdotada. Lo había pensado una y mil veces, había intentado diseñar una serie de experimentos que llevasen a la misma conclusión…imposible, cualquier experimento que hiciese enmascararía el doble papel de la diminuta Mata Hari.

La pesadilla se convirtió en dilema: qué hacer, ¿puedo realmente callarme este descubrimiento? ¿Tengo derecho bajo estas circunstancias a una vida normal? ¿Voy a poder vivir conmigo misma y mi conciencia si al final callo?

En medio de tan cruel dilema se encontraba Marina aquel domingo de Febrero, en el que su amante madre decidió celebrar su cumpleaños con la familia más cercana. Fue una comida y sobremesa exquisita y placentera, disfrutando del saber hacer culinario de su madre y de la compañía de tantos seres queridos que la conocían desde que había nacido. Por esas pocas horas Marina olvidó su dilema y se entregó a disfrutar de los placeres que le ofrecía su vida normal.

Para cuando se calzaba las abrigadas botas y el enorme abrigo Marina ya había tomado la decisión: callaría para siempre.

Salió de casa sonriendo y feliz. Sabía que siempre tendría remordimientos de conciencia pero se dio cuenta de que la decisión la había tomado ya desde hacía muchísimos años.

Fue a encontrarse con su amiga del alma Isabel, en su cafetería favorita. Isabel lo estaba pasando muy mal y tenía que contarle algo a Marina. Entre llantos le contó de qué se trataba: a su padre le habían diagnosticado Alzheimer el día anterior.

viernes, 12 de febrero de 2010

La primera! ay Dios...

Bueno, pues aqui estoy, aterrada, emocionada y sonriendo como una idiota, ante la perspectiva de mostrar al publico mi primera historia!

Ayer a exactamente las 4.30 de la tarde recibi otro entretenido y oscuro cuento de Fabio, mi amigo argentino literario, asi que, he de corresponderle con uno yo misma.

La historia que he escrito me ha salido del corazon, en menos de 20 minutos estaba completa! Me he dejado llevar, sin pensar, sin saber donde iba a parar, sin saber si va a gustar, sorprender o escandalizar....

Sed benevolentes! es la primera historia inventada contrarreloj!

Aqui va:


PASA EL TIEMPO...

Gritando de rabia y llorando como una loca cualquiera me metí entre mis arrugadas sábanas con la esperanza de encontrar un atisbo de calidez en ellas. Tonta de mí. Seguí llorando varias horas más, entre esas arrugadas sábanas que deberían ser calientes pero se antojaron traicioneras. Y esta mañana nada, nada de nada de nada. Todo vacío y todo llanto.

Pasa el tiempo...

Mi almohada está húmeda después de otro solemne disgusto. Ahora estoy en la fase del por qué. ¿Por qué me pasó esto a mí? Te quería como a mi vida entera. Te regalé sin pensar mi alma, cuerpo y corazón. Tantos proyectos ahora fracasados, tantos viajes que nunca llegarán a puerto. Sólo lágrimas de amargo dolor. ¿Por qué? ¿Por qué te fuiste amor mío?

Pasa el tiempo...

Dijiste que ya no te hacía feliz. Que ya no me querías y que había alguien más. Alguien más. ¿Fue en la oficina que la conociste? ¿Fue en el bar de abajo cuando disfrutas con tus amigos? ¿Te la presentó alguien? ¡Quien es! ¡Quien es por Dios!

Pasa el tiempo...

Mi mente empezó a desvariar pensando en ese “alguien más”. Sí, es más atractiva, más inteligente y te mima mucho mejor que yo. Sabe arreglarse bien, siempre está elegante y bien presentada....no como mi juvenil y raída apariencia de vaqueros y camiseta. La perspectiva de que ella es mejor que yo y que entonces es lógico el ser abandonada me calma y me hace seguir con mi ajetreada existencia aparentemente inalterada hacia los demás.

Pasa el tiempo...

¿Quién es ella? ¿Quién es por Dios? Verdaderamente tiene que ser mejor que yo. Sí, mejor que yo. Porque si no, no lo entiendo ni lo quiero entender.

Pasa el tiempo...

Me entretengo con amigos, en bares de mala muerte hasta altas horas que no debería nombrar. Frecuento cafés bulliciosos, así no oigo mis propios pensamientos. Voy mejor, ya no mojo la almohada por las noches. ¿Y si lo viese ahora? ¿Qué hacer? ¿Qué no decir? ¿Cómo mirar? No quiero verle, no aún por favor, no aún.

Pasa el tiempo...

El amigo de Susana me cae simpático, me hace reír y me gustan sus ojos. El otro día fuimos al teatro. Incluso me puse una blusa y algo de maquillaje. Lo pasamos bien, me reí mucho. Ese chico es muy agradable, y los ojos, ¿he contado algo sobre sus enormes ojos negros? Me da rabia confesar esto, pero durante la función volví a preguntarme quién sería ella. Ella, la mejor. Ella, la que me lo quitó.

Pasa el tiempo...

Roberto y yo estamos juntos desde hace casi un mes. Me costó 3 obras de teatro, 6 cafés y 2 cenas decidirme. Me gusta mucho este chico, ¡me hace reír tanto! Este fin de semana nos vamos juntos de viaje por primera vez. Estoy ilusionada y vuelvo a tener muchas energías. Estoy contenta.

Pasa el tiempo...

Roberto y yo estamos en el cielo. ¡Le quiero tanto! Hemos decidido ir a vivir juntos pronto. Me hace sentir especial, como nunca nadie me hizo sentir antes. Le quiero como nunca pensé que se podía amar. Soy feliz, feliz, feliz.

Pasa el tiempo...

Hoy les vi. De frente por la calle venían cuando regresaba yo del trabajo. Tuve que pararme a hablar con ellos. Todo fue bien. Ella parece una buena chica, se la veía muy dulce. Él apenas ha cambiado. Estoy satisfecha y tranquila. Me di cuenta de todo según venían ellos hacia mí. No es que ella sea mejor o peor que yo, no es que tenga nada único que cualquiera no tenga. Es que ella le hace sentir especial, diferente a todo lo que él conocía antes... como Roberto conmigo. Soy feliz y estoy en paz.

Pasa el tiempo...

Pasa el tiempo...

Pasa el tiempo...