Una espanolita en Londres

Una espanolita en Londres
Camden Town Girl...o sea, yo

Fabio, yo y mil historias inventadas contrarreloj

Yo, españolita, treintañera y con ganas de hacer algo diferente en mi vida, he decidido, por fin, poner por escrito las millones de historias y fantasías que pasan por mi cabeza... ¡en forma de reto!

Fabio, un hombre argentino aficionado a la literatura si cabe más que yo, me manda sus historias y cuentos desde hace poco, y yo le correspondo con las mías. Alguien a quien no conozco, una conexión difícil de explicar...

El reto es, cada vez que reciba un texto de Fabio, he de contestarle en menos de 24h, con una historia totalmente nueva y original...

¿Podré seguir el ritmo? ¿Será mi imaginación tan fantasiosa como siempre he pensado? ¿O no seré más que otra españolita en Londres que se piensa que, por estar en esta ciudad tan libertaria, puede hacer cualquier cosa que se proponga? ¡Este blog me sacará de mis dudas! :>


martes, 2 de noviembre de 2010

La 23, volviendo con humildad desde la derrota

Hola a tod@s

hace mucho que no escribía. Perdí el reto. Y perdí la inspiración. Ahora vuelvo con humildad. Ahora que mi inspiración ha vuelto la trataré con más respeto y no la sobreexplotaré de arrogancia.

Aquí os traigo la primera historia que he escrito en meses. Espero que os guste, aunque solo sea un poco :>




UNA SONRISA Y UNA CANCIÓN

Es curioso como a cierta edad una se da cuenta de lo que nunca llegará a ser. Tengo 31 años y se que nunca apareceré en las revistas, que nunca seré la musa de un diseñador y que nunca un músico escribirá una canción inspirada en mí...

Ser artista tiene sus ventajas. Ves más cosas que las que la mayoría de la gente ve. Encuentras belleza sin buscarla en un pequeño gesto, un verso espontáneo o una foto no intencionada...

Vivir en Londres como extranjera te hace humilde, te das cuenta de que eres una hormiga más en un inmenso hormiguero caótico pero organizado al mismo tiempo. Todos tenemos nuestro espacio y nuestra ocupación. Mi espacio está en Camden y mi ocupación es la de asistente de investigación en una mediocre universidad...

Es increíble cómo uno puede encontrar inspiración en cosas insignificantes como un papel arrugado en el suelo o en cosas tan sublimes como una mujer hermosa. Soy músico y mis canciones hablan de todas esas cosas absurdas e inmortales en las que encuentro inspiración por sorpresa...

Todos los días me levanto con mi mejor disposición. Hace tiempo que llegué a la conclusión de que puedes ver el vaso medio vacío o medio lleno. Yo prefiero la segunda opción. Para mí cada día encierra una aventura aún por vivir. Así que siempre salgo de mi casa con mi mejor cara y sonrisa...

Hay gente que no sabe lo hermosa que es. Hay chicas que no saben que con su sonrisa te alegran el día ya desde temprano por la mañana, cuando todos los días coges ese abarrotado tren gusano camino de ese trabajo que resignadamente haces hasta que tus sueños se hagan realidad...

El metro no me gusta, está siempre lleno y es incómodo. Pero no dejo que eso me arruine el día. No. Combato esa aversión con buena música y con una sonrisa. Me hace sentir la chica más fuerte y libre del mundo...

Esa chica que veo en el vagón todas las mañanas es tan bonita. Su perpetua sonrisa me ilumina para el resto de día. Los días que no coincido con ella son grises. Y ella no lo sabe. Ella no sabe nada...

Hay gente que se ve tan miserable en el metro. Su cara es todo un poema sobre la tristeza que este mundo encierra. Más o menos ves a la misma gente todos los días. Hay un chico delgaducho y pelirrojo que me llama la atención. Tiene pinta de despistado. A veces le sorprendo ensimismado mirando un anuncio o al techo. Me llama la atención porque se le ve un soñador, siempre con su guitarra a cuestas...

Ella no sabe que estoy escribiendo una de las mejores canciones que he compuesto nunca inspirada en su sonrisa. Ella no sabe que su imagen y su luz son ya inmortales...

10 MESES DESPUÉS:

Esa canción me encanta. Es de un artista nuevo, no sé el nombre. Pero me encanta la canción, tan optimista, me ayuda a no perder la sonrisa y el buen humor por las mañanas. Tiene lugar en el metro de Londres y habla de un amor platónico que cambia la vida de un chico triste. Esa parte, la del chico triste, me recuerda a aquel chico delgaducho y despistado que veía antes casi todos los días. Ahora ya no lo veo. En fin, que suerte la de esa chica, la de la chica de la canción. Un músico escribió una canción inspirada en ella...

Si ella supiera cómo cambió mi vida. Si ella supiera que hizo mis sueños realidad. Si ella supiera que la canción que ahora suena en todas partes y de la que todo el mundo habla es sobre ella. Supongo que nunca lo averiguará. Supongo que nunca sabrá que es inmortal...

jueves, 26 de agosto de 2010

La número 22 en medio de todo lo gris

Hola!

necesito comunicaros que el día de hoy no podría ser más gris. Todo es gris, hasta mi camiseta. Por lo menos las lluvias torrenciales nos abandonaron en algún punto de la madrugada y hoy cae otro tipo de lluvia un poquito más llevadera.

Yo no puedo evitar que estos días grises me afecten. Supongo que como buena espanolita criada al sol.

Y sin más, anhelando días más azules que grises, aquí os dejo la última historia escrita contrarreloj. Espero que os guste :>




FÁTIMA Y EL CUADERNO DE LAS TAPAS DE CUERO

Para Fátima aquél pequeño café era como su propio hogar. Pasaba allí cerca de 50 horas a la semana y muy a gusto, gracias. No le importaba trabajar las casi 10 horas extras que le separaban de una jornada semanal a tiempo completo. Allí dentro entre cafeteras, teteras, tazas y sándwiches la chiquilla se sentía como una reina. Pero la procesión iba por dentro. Fátima no era chica de palabras. Lo suyo era decirlo todo con sus vivos ojos color miel. Ni siquiera sonreía. Sus ojos lo hacían por ella. Y sus ojos decían que allí estaba bien.

Una de las razones de que se encontrase tan a gusto era que a Fátima le encantaba observar a través de las ventanas de sus ojos el ir y venir de la gente, los gestos, los ademanes. Para ella eran fuente inagotable de diversión y recreación. Fátima había aprendido desde muy pequeñita a literalmente leer a la gente, sus preocupaciones y personalidad. No había nada que escapase a la viveza de sus ojos.

Había un número de clientes habituales que Fátima conocía ya a la perfección y no precisamente por haber mantenido profundas conversaciones con ellos. Nada más verles entrar por la puerta del café sabía lo que iban a pedir. Que dicho sea de paso, solía ser siempre lo mismo, pues Fátima había aprendido que la mayoría de la gente era rutinaria y conformada. Pero no todos eran así. De entre todos estos clientes habituales destacaba un muchacho joven, apenas 30 años, que podría ser muy atractivo de no ser por lo flacucho que estaba. Este joven tenía la peculiaridad de que siempre pedía algo distinto. Podría decirse que era la única persona capaz de sorprender a Fátima con sus peculiares apetencias. De hecho, este muchacho inquietaba a Fátima más de lo que a ella le gustaría. Porque Fátima no estaba segura de si había aprendido a leer a este chico. La verdad sea dicha, Fátima no tenía ni la más remota idea de cómo o quién era ese personaje. Inquietante.

El misterioso muchacho solía llevar con él un cuaderno de tapas de cuero en el que garabateaba letrajos. Más de una vez, cuando el bullicio del café se lo permitía, Fátima intentó ver qué eran esas letras escritas, sin éxito. Pero la chiquilla nunca consiguió averiguar nada desde su puesto de perfecta empleada... Hasta que un buen día, el escurridizo joven se dejó olvidado el cuaderno en el café. Fátima lo guardó durante días en espera de su dueño, resistiendo como una leona la tentación de abrirlo y leer sus secretos. El joven no aparecía. Ni sombra de él. Los ojos de Fátima decían que estaba preocupada.

Después de casi 3 meses el sobado cuaderno de tapas de cuero todavía dormía en el café y los ojos de Fátima seguían preocupados. Y ya no pudo más. Un viernes tras el cierre, Fátima se llevó el cuaderno a su casa y allí, nerviosa cual novata, lo abrió y leyó todas y cada una de sus garabateadas páginas… Qué desilusión. No entendía nada de nada. Eran todo numerajos y letras raras de otros alfabetos. Lo único que Fátima lograba ver eran las estructuras, pues todos esos extraños caracteres estaban ordenados en perfectos versos que formaban estrofas y al final poesías. Fátima sonrió para sí misma. Un artista, después de todo, se dijo a sí misma. Fátima guardó el cuaderno con ella durante mucho tiempo, porque el flacucho muchacho nunca volvió a aparecer por el café. Nunca tuvo el coraje para deshacerse de él porque por algún extraño motivo encontraba hermosas esas poesías de extrañas letras y números. Y porque intuía que aquel cuaderno significaba algo muy importante para su dueño.

Pasó el tiempo. Puede que quizás años…

De pronto, un buen día, al abrir el periódico, Fátima vio en una foto al flacucho muchacho que solía ir por el café y escribía letrajos. Era un artículo sobre un descubrimiento científico, y en la foto del grupo de gente que había contribuido a él aparecía, apenas sonriendo, el misterioso joven. Según el pie de foto, su nombre era Marc Benson, y trabajaba en el departamento de Física Nuclear de la Universidad de Cambridge. Increíble. Después de tantos años había dado con el joven. Fátima estaba asombrada. Paralizada. ¿Y ahora qué?

Después de darle muchas vueltas y consultarlo varias veces con la almohada, Fátima decidió plantarse en Cambridge para devolverle el cuaderno a su dueño. Fátima, la chica sin palabras que sus ojos lo decían todo por ella, siguió sus impulsos. No tenía ningún plan. Ni idea de qué hacer una vez que se plantase en Cambridge. Pero allí que se fue, cuaderno en el bolso y mente en blanco, sólo un recorte de periódico como guía.

Encontrar el departamento de Física Nuclear le costó lo suyo. Una vez allí, mil contratiempos podrían haber ocurrido. Pero no sucedieron. Una vez que encontró el lugar, dar con el muchacho fue coser y cantar… Y allí estaban los ojos miel de Fátima, delante del personaje que tantas preocupaciones e inquietudes había despertado en su cabeza. Seguía más o menos igual. Flacucho cual alambre e inquietante como cuando iba por el café. Fátima se presentó con el mínimo de palabras posibles y sacó el cuaderno de su bolso. Cuando el chico lo vio se quedó atónito. Blanco. Paralizado. Apenas balbucía retazos de palabras. No lo podía creer. Cuando se calmó, le dio a Fátima la explicación que ella no le había pedido sobre el cuaderno y por qué nunca volvió a recogerlo.

Marc Benson confesó que dejó el cuaderno abandonado en el café a propósito, justo antes de mudarse a Cambridge para trabajar en el departamento en el que estaba ahora. Quería dejar atrás su antigua vida y comenzar de nuevo. Más concretamente, quería dejar atrás el sentimiento amargo de un amor no correspondido. Marc había plasmado los sinsabores de aquel desagradecido amor en el sobado cuaderno de tapas de cuero sin darse cuenta. Todos esos caracteres raros a ojos de Fátima eran fórmulas matemáticas y ecuaciones que Marc había intentado desarrollar para apartar su mente de su fracaso amoroso. Así que todo lo escrito en él le recordaba a ella. De ahí la razón para abandonar el cuaderno en el café cuando decidió que su vida tenía que seguir adelante.

Entonces le tocó el turno de las confesiones a Fátima. Le dijo que siempre había tenido curiosidad por él. Que nunca llegó a entender porqué cada vez pedía algo diferente. Que no había podido deshacerse del cuaderno porque para ella eran hermosas poesías. Y que siempre tuvo la intuición de que era algo importante. Marc se quedó boquiabierto al comprobar que efectivamente había ordenado sus teoremas y fórmulas en poesías sin darse cuenta. Aquella chica era especial, se dijo, había sabido ver sus sentimientos a través de un cuaderno viejo. Marc ya no quería deshacerse ahora de él, tenía un nuevo significado para él…

Marc se perdió en los vivos ojos miel de Fátima, y ésta se perdió en la misteriosa aura del científico poeta. Fueron a tomar un café juntos, lo que dio lugar al principio de una hermosa historia de amor que aún dura entre ellos. Una historia de amor en la que Fátima comprendió la razón de pedir siempre algo diferente en los cafés. Pero lo dicho, esa es otra historia, y quizás os la cuente en otra ocasión.

lunes, 16 de agosto de 2010

Historia 21 viendo el verano pasar

Hola a todos y todas,

espero que estéis disfrutando del verano. Yo, esclava de mi tesis, sigo en pie de guerra hasta que mi baby termine de gestarse (baby=tesis, gestación=horas en el laboratorio+escribir un tocho).

Antes de que penseis que se me va la olla, no os culpo, dejo el tema de mi tesis y me dedico a introduciros la historia de hoy. Es muy ligera, para ir al hilo de todos esos pueblos de la patria que están en fiestas.

Espero que os guste! A disfrutar!




LAS VACACIONES DE ROBERT

Robert maldijo su mal fario unas 15 veces aquella mañana. Sus amigos y conocidos no hacían más que colgar fotos y referencias a sus vacaciones en el maldito Facebook. Y el allí. En la oficina. Solo. En pleno Agosto del demonio. Eran los últimos meses de su tesis doctoral y no le quedaba más remedio que quedarse sin vacaciones. Me desquitaré en cuanto acabe, se prometía mil veces cada día, y viajaré por el mundo entero.

Lo cierto es que el bueno de Robert no viajó a ningún lado cuando terminó su tesis doctoral. Encontró un trabajo de esos que no se pueden rechazar y empalmó tesis con traje y corbata como el que empalma la guardería con el instituto sin darse cuenta. Y los años han pasado y tú sigues ahí, en una clase, en una oficina. Solo. En pleno Agosto del demonio. Robert veía cómo su vida se le escapaba de las manos trabajando. Apenas unos poquitos días libres al año para estar con la familia y amigos… Y dijo basta. Hasta aquí hemos llegado.

Robert arregló todas sus cosas para tomarse un año gap. En el trabajo le aseguraron que su puesto seguiría allí cuando volviese. Alguien tan productivo que proporcionaba tantos beneficios a la empresa no se podía dejar ir así como así. Alquiló su apartamento sin problema durante un año, poniendo previamente todas sus pertenencias en un trastero alquilado. Y se fue sin rumbo fijo a recorrer Asia… Robert desapreció. Jamás regresó de su año gap. Ni siquiera nadie supo nunca donde fue visto por última vez. En su lugar, apareció una persona completamente diferente, no sólo de aspecto físico sino de personalidad e ideas. Un nuevo Robert que vino a reemplazar al viejo con renovada ilusión y valores. ¡Un nuevo Robert que estaba vivo!

El nuevo Robert ya no vivía para trabajar, sino que trabajaba para vivir. No hacía horas extras. Los fines de semana los tenía libres y se tomaba cada uno de los 27 días de vacaciones que su contrato estipulaba al año. Robert tenía una vida… Pero había un problema. A sus jefes y compañeros de trabajo no les gustaba el nuevo Robert. Esta nueva persona ya no se quedaba todos los días trabajando hasta altas horas de la noche. Ya no renunciaba a sus días de vacaciones para así aumentar los beneficios de la empresa. El nuevo Robert, en otras palabras, ya no era lo suficientemente bueno para ese trabajo. Así que fue despedido sin mayor miramiento.

Robert buscó y buscó trabajo pero estaba tan especializado que era muy difícil encontrar algo que se ajustase a su perfil. Además corría una crisis terrible en el sector y no era nada fácil. Poco a poco Robert fue perdiendo pertenencias e incluso frívolos amigos que hasta ahora sólo lo apreciaban por su éxito. La vida de Robert se convirtió en una perfecta pesadilla... Si sólo pudiese volver atrás. Si sólo pudiese volver a aquél verano en que no se fue de vacaciones por acabar su tesis doctoral. Si sólo pudiese volver a aquel punto de su vida e irse de vacaciones entonces y cada vez que le correspondió…

“Vale Ulrika, lo he pillado, tengo que irme de vacaciones porque si no estoy comprando una vida de mierda a largo plazo”. Robert miraba divertido a su alegre compañera de tesis, que llevaba intentándolo convencer durante más de un mes para que éste se fuese de vacaciones y disfrutase un poco de la vida. Ulrika opinaba que Robert era demasiado recto y un poco adicto al trabajo. A Ulrika le encantaba escribir relatos, y había decidido escribir uno para su amigo Robert, para que espabilase un poco.

“Robert tío, nunca te vas de vacaciones, casi no sales los fines de semana… ¡No puede ser! Tienes que espabilar. La vida no es sólo trabajo, trabajo y trabajo. Tienes que empezar a vivirla ya. Porque cada minuto cuenta, y mañana puede ser demasiado tarde. Una vez que entras en la rutina de trabajar tanto es difícil salir de ella.”

“Tienes razón, lo se. Soy demasiado serio. Necesito salir más… ¿Qué haces este fin de semana?”

Robert salió con Ulrika y sus amigos aquel fin de semana y muchos otros tantos que le siguieron. Poco a poco aprendió a vivir, a disfrutar de su tiempo fuera del trabajo. Y por supuesto se fue de vacaciones aquel verano, al igual que todos los que le siguieron…Y es que ya nunca jamás Robert vivió para trabajar.

miércoles, 28 de julio de 2010

Y la 20! Increible!

Hola a tod@s!

hoy estoy de celebración! Esta es mi historia número 20 de este blog! a mi se me antoja todo un record conseguido a base de muchas horas de darle al bolo, mucho café a muy tempranas horas de la manana y muchas noches alcohólicas en la jungla en las que se me fue la olla y como resultado me inspiré para escribir ;>

Esta historia de hoy es diferente al resto. He decidido poner a trabajar mi vena científica y combinarla con todas esas letras de viejas canciones escritas antes de que nací que no puedo parar de escuchar estos días.

Espero que os guste mucho y celebréis conmigo mis 20 historias creadas contrarreloj para Fabio!




ELISA Y SU GUITARRA

Las lluvias estuvieron amenazando todo el fin de semana, pero al final no cayeron más que cuatro truenos desafinados. Por si acaso, Elisa se refugió entre una manta y una taza humeante de té verde durante buena parte del sábado y el domingo completo. La casa estaba vacía y necesitaba pensar. Pensar en lo que descubrió el jueves en el desván...

Elisa era una niña rica que además se había sabido casar muy bien. Su marido Alejandro no sólo era atractivo y devoto de ella, era además un abogado de prestigio pese a su temprana edad. Ganaba muchísimo dinero, por lo que Elisa no necesitaba trabajar. Se dedicaba a cuidar de la enorme casa que la familia de Elisa les había regalado como dote y de los niños. Tener organizada y siempre impecable una vieja casona como aquella era mucho más complicado de lo que parecía, un trabajo de gestión a tiempo completo. Pero Elisa lo hacía bien, sabía mandar y tenía buen gusto. Elisa apenas podía recordar cómo era antes de conocer a Alejandro, antes de aquella casa. Apenas tenía unos pocos retazos de su adolescencia en su memoria. Curioso. Porque recordaba perfectamente su privilegiada niñez. Pero de los 16 a los 21 nada, apenas cinco destellos de una chica con muchas energías y enormes ojos luminosos. Seguía teniendo muchas energías y unos enormes ojos. Pero ya no iluminaban nada...

Elisa siempre tenía la sensación de que le faltaba algo. Y se odiaba a sí misma por ello. Sabía lo enormemente afortunada que era por tener todo lo que se supone que hoy en día una persona podía desear. Pero esa sensación era demasiado fuerte algunas veces. Sin querer, sorprendía a sus enormes ojos llorando ajenos a ella. O descubría su propio cuerpo atrincherado en su cama muerto de miedo. ¿Qué era lo que le sucedía? ¿Por qué esa sensación absurda? Esa sensación absurda mas el susurro permanente al fondo de su conciencia... ¿Por qué no podía recordar su adolescencia?...

Aquella semana tocaba limpieza del desván. A Elisa le daba vergüenza reconocer que no lo había tocado desde que se mudaron. A saber lo que habría allí. Subió junto con una de las criadas armadas con bolsas de basura y trapos para el polvo. Aquel desván tenía demasiados trastos que tardarían varios días en ser organizados. Había grandes arcones con ropas viejas que Elisa escrutó cuidadosamente para ver cuáles serían donadas y cuáles todavía guardadas. Había cajas de libros por todas partes y cientos de viejos cachivaches. Álbumes de fotos familiares de Alejandro y unos pocos de ella de cuando era niña. Y más cachivaches aquí y allá… Hasta que al tercer día de limpieza, Elisa dio con una vieja guitarra española. ¿Qué hacía esa guitarra allí? Si ni ella ni Alejandro tocaban… Era muy extraño. Y más extraño todavía lo hermosa y bien conservada que estaba. Elisa la llevó a su cuarto para interrogar a su marido por ella en cuanto volviese del trabajo. No podía dejar de mirarla. Por supuesto las cuerdas estaban desafinadas, a saber cuánto tiempo llevaba allí tirada en el desván. La cogió entre sus brazos y de repente algo sorprendente ocurrió. Elisa se vio a si misma de adolescente tocando esa misma guitarra. La guitarra cayó al suelo y Elisa se quedó allí sentada y muda durante horas… Hasta que Alejandro regresó y la encontró allí, a oscuras, medio en trance y con los ojos húmedos…Cuando Elisa volvió en sí clavó la mirada en Alejandro y le espetó: “lo he recordado todo. Ahora se quién fui y qué pasó”…

Elisa fue una niña rica modelo y ejemplar. Siempre tan educada y correcta, tan aplicada y limpia. Pero cuando cumplió los 16 años más o menos empezó a cambiar. Recibió como regalo una hermosa guitarra española que en seguida aprendió a llenar de acordes y más tarde melodías. Ella, que jamás había tenido ningún interés especial por la música, empezó a escuchar la radio y todos los discos que se podía comprar. Y empezó a componer, y a escuchar ciertas bandas que sus padres hubiesen preferido que nunca descubriera. Así, Elisa ya no estaba tan conforme con su vida privilegiada, con su vida perfectamente delineada y planeada. Ella quería más, empezó a soñar, a hacer sus propios planes, a escribir canciones de libertad…

Sus padres estaban desesperados. Intentaban de todo con tal de hacerla entrar en razón. Ahora hasta vestía estrafalaria e iba con gente aún más estrafalaria si cabía. Y Eduardo fue la última gota en colmar el vaso. Eduardo era el hijo de la cocinera. Era atractivo y rebelde. Pero lo que más le atrajo a Elisa de él es que vivía en ese mundo libre que al parecer le estaba prohibido a ella. Se enamoraron como lo que eran, dos niños inocentes y excitados, locos ante la nueva vida que se abría ante ellos, que compartirían a partir de ahora… Los padres de Elisa estaban al borde de la histeria, una hija así perdida, para siempre…

Hasta que una noche tormentosa y desapacible de primeros de otoño el cruel destino se apareció para llevarse a Eduardo para siempre de la vida de Elisa. Un accidente de tráfico en un segundo sirvió para cambiar todo. Eduardo murió y Elisa, en shock, olvidó todo. Enterró ese traumático recuerdo en su memoria junto con todos los acontecimientos que le habían llevado a él, desde que recibiese esa hermosa guitarra española y empezase a soñar…

Al poco conoció a Alejandro, al que los padres de Elisa pusieron al cabo de lo ocurrido. Los 3 se conjuraron para ocultar para siempre todo a Elisa. Borraron del mapa todos sus discos, composiciones, ropas estrafalarias y demás harapos…Excepto la guitarra. Decidieron guardarla porque era hermosa y al fin y al cabo había sido un bonito regalo de cumpleaños hecho desde el cariño por unos amantes padres. La guitarra se quedó. Y con ella todos los recuerdos…

Elisa seguía refugiada en la manta, la casa vacía a petición propia. Seguía pensando en qué hacer. Ahora que sabía la verdad no podía ignorarla. Pero recordar le dolía tanto, le desgarraba las entrañas, sentía nauseas. Y a eso había que sumarle la rabia y odio que sentía hacia sus padres y marido, que supuestamente la amaban. Era demasiado, se ahogaba, no podía respirar… En un ataque de ansiedad cogió la guitarra y la hizo trizas, la estampó una y mil veces contra el suelo hasta que la sensación de ahogo desapreció. Limpió bien los restos y como hipnotizada se metió a la cama. Durmió durante horas, y horas, y horas…

Hasta que Alejandro regresó para despertarla y descubrir que Elisa había vuelto a olvidar. Había vuelto a enterrar todo en su memoria. Y esta vez no había guitarra para desenterrar nada…

Elisa volvió a ser la privilegiada niña rica a salvo en su palacio. Pero Elisa siempre tenía la sensación de que le faltaba algo. Y sin querer, sorprendía a sus enormes ojos llorando ajenos a ella. O descubría su propio cuerpo atrincherado en su cama muerto de miedo en las noches tormentosas y desapacibles ¿Por qué esa sensación absurda? Esa sensación absurda mas el susurro permanente al fondo de su conciencia... ¿Por qué no podía recordar su adolescencia?...

NOTA:

Amnesia disociativa
La amnesia disociativa es una incapacidad para recuperar información personal importante, generalmente de una naturaleza estresante o traumática, la cual es muy generalizada para que pueda justificarse como un olvido normal.
Generalmente, la pérdida de memoria incluye información que forma parte del conocimiento consciente habitual o memoria “autobiográfica” (quién es, qué ha hecho, adónde ha ido, con quién ha hablado, qué dijo, pensó y sintió, etc.). En ocasiones, la información, aunque olvidada, continúa influyendo en el comportamiento de la persona.
Las personas con una amnesia disociativa habitualmente tienen una o más lagunas de memoria que se extienden desde unos pocos minutos a unas pocas horas o días. Sin embargo, se han documentado lagunas de memoria que abarcaban años o incluso la vida entera de una persona.

jueves, 15 de julio de 2010

Historia 19 en medio del dilema

Hola chic@s!

Hace poco se me planteó un dilema: si alguien está naturalmente dotado para algo, debe dedicarse a ello aunque no le guste? Si decide que no, es justo para la humanidad que esa persona, egoístamente, prive a todo el mundo de su especial habilidad? mmmm un dilema interesante verdad? Aún no he conseguido resolverlo.

Esta historia nace de este dilema y de mi amor por la música. Ultimamente ha descubierto gente nueva, músicos clandestinos y un mundo sumergido de melodías que me resulta muy fascinante.

Espero que esta historia os guste mucho, o como poco, os entetenga un rato.

Aquí tenéis la historia número 19 inventada contrarreloj para Fabio:



EL MEJOR ARTISTA DEL MUNDO

La gran mayoría de nosotros, durante el transcurso de nuestra vida laboral, tenemos la oportunidad de al menos una vez coincidir con un profesional asombroso. Alguien que hace tan bien su trabajo que a partir de entonces seguimos como ejemplo. Alguien que nos arrebata todos los argumentos con su saber hacer. Si además estos profesionales van acompañados de personalidad y carisma el héroe está completo.

Yo soy representante de músicos. Me dedico a descubrir y representar a nuevos talentos musicales. Desentierro nuevos valores que en el futuro nos bombardearán desde la radio con sus melodías. No todos los días descubre uno a un buen talento. Te puedes pegar meses y meses sin ver a nadie realmente sobresaliente. Rutinariamente voy a antros diversos donde hay “Open Mic Night”, es decir, noches en las que pretendientes a músicos van al antro de turno, se inscriben y tocan unas pocas canciones. Es una buena forma de descubrir a chavales nuevos.

Una de estas noches rutinarias, en un antro más medio vacío que lleno, al abrigo de la estación de King’s Cross e iluminado por una hermosa luna llena, vi al mejor artista del mundo. El mejor artista del mundo era un chaval entre 20 y 30 años, con una estética simple y descuidada, varios tatuajes inconexos y espectacularmente atractivo. Exudaba carisma y arrogancia. Tenía una voz a la vez envolvente y sofisticada, fuerte y grave. Tocaba la guitarra con una maestría tal que hubiera hecho sonrojar a más de un guitarrista de consagradas bandas de rock. Tocaba una mezcla perfecta entre rock, soul y blues. Cuando acabó la primera canción, nadie acertó a aplaudir, pues estábamos todos absolutamente anonadados y en shock. Nadie, absolutamente nadie en el pub se movía. Silencio perfecto. Él siguió tocando. Nadie se atrevió a aplaudirle por temor a romper en mil pedazos la noche. Nos regaló otra maravilla musical de absoluta perfección. Y sin más, dejándonos a todos perplejos e hipnotizados, se fue. De esto hace ya casi tres años.

Desde entonces me he dedicado a desenterrarle, casi arruinándome por el camino. Toda la gente que he visto tocar después de él me parece vulgar y tosca, nada de nada. He de reconocer que me obsesioné buscándole, no podía dejar de darle vueltas a la cabeza, salía todas las noches a donde fuese que había música en directo para ver si por casualidad aparecía. Pregunté en todas partes si alguien había oído hablar de él... Pero nada, ni una pista, era como si lo hubiese soñado todo...

Hasta que hace más o menos 9 meses me encontré con dos personas que también lo habían visto y además en locales diferentes. Dos personas que como yo se habían obsesionado buscándole, no por negocio como en mi caso, sino por puro placer musical. Estas personas habían fracasado estrepitosamente al igual que yo, y habían decidido conformarse con el preciado recuerdo de su actuación. Para mí fue un avance brutal, ¡no lo había soñado después de todo! ¡Era real! Este descubrimiento me dio fuerzas y aliento para continuar buscando al mejor artista del mundo.

Dicen que la perseverancia da sus frutos, que si uno se empeña en algo con todas sus fuerzas al final lo acaba consiguiendo. No sé si esto es verdad o no. Lo que sí sé es que al final mi cabezonería dio resultado y conseguí encontrarme con él. A lo largo de mi larga y desesperada búsqueda me había dado cuenta de que, en las 3 actuaciones en las que estaba seguro que había participado, el artista había usado un nombre y apellido muy cortos, de sólo 3 ó 4 letras, y muy comunes. Había siempre tocado en bares muy poco conocidos, siempre medio vacíos. Y siempre tocaba en noches de luna llena. Así, me fue fácil dar con su siguiente actuación...

Llegué a aquel antro cutre y perdido de Old Street más de una hora antes de la actuación. Estaba nervioso y excitado como un chiquillo expectante y a la vez con la mente muy fría. Tenía que estar atento al final de su aparición para que no se me escapase como la primera vez. El momento llegó. Allí estaba él. Exactamente tal y como lo recordaba. Esa mezcla perfecta de carisma y talento, maestría en la guitarra, atractivo incontestable y arrogancia provocadora. Volvió a tocar canciones perfectas. Volvió a enmudecer el bar. Volvió a dejar a todo el mundo en shock. Y quiso desaparecer como aquella vez, pero yo no le dejé. Estuve bien atento y con la mente bien fría, lo cual fue muy difícil pues su música era embelesadora. Salí corriendo detrás de él mientras el resto del bar despertaba del sueño. Lo agarré por el brazo, y le hablé...

Le conté que lo había visto años antes. Le describí mi periplo para llegar otra vez a él. Le declaré mi absoluta devoción por su música. Le confesé quién era. Y le supliqué que aceptase mis servicios como su representante... El dijo no. Dijo no porque no quería ser músico de factoría. Dijo no porque quería seguir siendo libre. Dijo no porque quería seguir viviendo en un mundo real. Y dijo no porque para él el dinero y la fama eran algo vacío. Yo argumenté que no era justo que el mundo se perdiese su música, que la gente tenía derecho a conocer al mejor artista del mundo. El sólo dijo lo siento...

Y así, sin más, se fue, dejándome perplejo y admirado. Para siempre.


miércoles, 30 de junio de 2010

La 18 bajo un sol de justicia

Hola a tod@s!

Muchos de vosotros ya pensábais que había abandonado el reto, pues no! Sigue en pie! No puedo seguir el ritmo de antes por mi trabajo, pero de ahí al abandono hay un mundo.

Aquí en la jungla hace un sol de justicia últimamente. Sol y calor que nosotros hombres y mujeres venidos del cálido sur esperamos que dure lo más posible.

Buneo, sin más preámbulos, aquí os traigo la historia número 18 creada contrarreloj para Fabio. Espero que os distraigáis un rato con ella :>




EL BLOG DE LAS ANDANZAS DE UN REBELDE

Hoy he presenciado algo que me ha llenado de tristeza y desolación. He decidido que el mundo actual está absolutamente loco. ¡Hay que cambiarlo! Y yo voy a colaborar para que esto suceda. Este blog que aquí os traigo es la prueba documentada de mis andanzas. Andanzas de un rebelde romántico que aún piensa que no es demasiado tarde para crear un mundo mejor.

JUEVES 11 DE MARZO DE 2010
LA CHISPA QUE ENCIENDE LA REVOLUCIÓN
Hoy estaba en el autobús. Un hombre se ha subido y no tenía dinero para el billete. Sus ropas y aspecto en general denotaban pobreza y una vida muy dura. El hombre ha pedido a los pasajeros si alguien le podía prestar un euro para el billete. Nadie respondió. Todo el mundo se hacía el loco o miraba al hombre con desprecio, arrogancia y superioridad. Lo que yo he sentido ante toda la situación ha sido tristeza. Una profunda y desoladora tristeza. Así que me he acercado al hombre y le ha dado el euro que pedía para poder subir al autobús. El hombre ha quedado eternamente agradecido y hemos charlado hasta que ha llegado mi parada. El hombre me ha vuelto a agradecer mi gesto y con una sonrisa ha seguido su trayecto en al autobús. Una sonrisa me ha acompañado a mí también el resto de la jornada. Me sentía tan bien y sobre todo rebelde frente a este absurdo mundo que he pensado que si cada vez que una situación de estas se nos presentase actuásemos así todo iría mucho mejor. La gente sería probablemente más feliz. Por ello he comenzado este blog al que os invito a todos con los brazos abiertos para que sigáis el curso de mi pequeña revolución frente a este miserable mundo que nos hemos creado.

MIÉRCOLES 17 DE MARZO DE 2010
LA SEGUNDA BATALLA
La segunda batalla de mi revolución ha sido ganada en el supermercado del barrio. Un hombre de aspecto perfectamente digno ha sido cogido in fraganti por una de las empleadas robando un pollo. La empleada se ha comportado mezquinamente con él. Ha arremetido con muy poca educación y muy agresivamente contra el hombre en público, poniéndolo en evidencia y haciéndole llorar de vergüenza y humillación. El pobre hombre me ha dado mucha lástima. Entre sollozos se disculpaba y confesaba que estaba en el paro y no tenía con qué alimentar a su familia. Así que me he metido en medio y le he dicho a la empleada que era una grosera y que no tenía corazón. Acto seguido me he llevado al hombre y le he llenado dos cestas de alimentos y productos de higiene para su familia. Le he dado mi móvil y le he dicho que cada vez que se vea en apuros me llame. Yo estoy prejubilado y el dinero ya no me hace falta.

Pobre hombre. Le he invitado a un café y ha llorado como un recién nacido toda su miseria. Me ha contado que fue despedido de su empresa tras 15 años de fiel servicio. Así sin más, de un día para otro. Ahora es incapaz de encontrar otro trabajo en estos tiempos críticos que corren. A lo de encontrar trabajo no le puedo ayudar, no tengo esa clase de contactos. Pero sí que puedo ayudarle a que su familia coma y se lave.

¡Qué tristeza de mundo!

MARTES 22 DE MARZO DE 2010
LA REVOLUCIÓN SIGUE SU CURSO: YA ENCONTRÉ SU BANDERA
Esta semana me he dedicado a ceder mi asiento en el autobús a toda persona que lo necesitase. Gente anciana, cansada, mujeres embarazadas, obreros destrozados. La chispa que se encendió en cada uno de ellos tras la cesión de mi asiento público no tiene precio. Cada uno de ellos me emocionó. Un pequeño gesto puede cambiar el humor de una persona de una manera tan hermosa. Estos pequeños gestos son la bandera de mi revolución.

JUEVES 8 DE ABRIL DE 2010
ESCRIBO EN NOMBRE DE MI MARIDO
Hola a todos. Me llamo Marisa y soy la mujer de Alfredo, el creador de este blog revolucionario. Mi marido me ha pedido por favor que escriba en su nombre escribiendo su última batalla. No sé exactamente quiénes sois los que lo leéis, ni siquiera sé si alguien lo lee. Pero este blog es algo muy importante para mi Alfredo, y por ello he accedido a su petición.

Hace más o menos 10 días, mi Alfredo entró en la frutería del barrio para comprar. Justo cuando entró, la dependienta estaba atendiendo a un joven muy maleducado y grosero que estaba poniendo en serios apuros a la pobre chica con sus juramentos y desprecios. Alfredo no lo pudo soportar y se metió en medio a espetar al joven por su agresividad y grosería. Le dijo que no debía tratar así a la gente y que conseguiría mucho más de ellos siendo amable y educado. El joven le amenazó y se fue de la frutería con el orgullo muy herido y un humor de perros. El resto de los clientes aplaudieron a mi Alfredo por su valentía y por su razón.

Una medio hora anduvo mi Alfredo en la frutería hasta que terminó de comprar. Al salir, el salvaje joven le propinó una paliza junto con otro de sus amigotes. Cobardes, dos contra uno. Hicieron trizas a mi Alfredo que desde entonces está ingresado. Pero sale adelante. Y seguirá con su revolución. Ese es el gran mensaje que quería transmitir a través de mí: esta no es la última entrada de este blog rebelde. Sus andanzas continuarán porque la revolución no ha terminado.

Gracias a todos.

jueves, 10 de junio de 2010

La 17, por el maestro Delibes

Hola chic@s!

cómo va la semanita? La mia muy lenta y aburrida, mucho trabajo rollo a ordenador de ese que hay que hacer pero nunca apetece ;>

La historia de hoy lleva muuuucho tiempo en mi cabeza. Para mi es muy importante y visceral. Además, es un homenaje al maestro Delibes, que me maravilló con sus 5 horas con Mario.

Aqui va mi historia 17 creada contrarreloj para Fabio. Espero que os guste!



EL SARAMPION

Ahora me sale el niño con que tiene sarampión. ¡Ay Dios! ¿Pero que he hecho yo para merecer esto? Si ya lo sabía yo, todo el colegio infectado, claro, no iba a ser éste menos. ¡Ay Dios mío! ¿Y como me las voy a apañar yo ahora? ¡Si no tengo ya tiempo de nada como para andar cuidando al niño! Bueno, lo que esta claro es que se tendrá que quedar solo en casa mientras llevo a la niña a la guardería. ¡Y tengo que acompañar a mi madre al médico mañana! Porque desde luego, con mi hermana no se puede contar, desde que la ascendieron en la oficina esa de las narices no se ocupa más que de su casa y punto. Y claro, yo a cuidar de los papás, como si no tuviese bastante con lo mío. Ese es el problema, que nadie se da cuenta de que no puedo casi ni con lo mío. Como nunca me quejo, como tiro palante con todo pues hale, a fastidiarme toca y a que cada día me manden más cosas. Y encima, como no trabajo pues no tengo excusa ¡En la bendita hora en que se me ocurrió dejar de trabajar! Claro, que era un trabajo de mierda, me tenían explotada y humillada. Seguí con él cuando nació el niño pero cuando tuve a la niña ya dije que se acabó. Mandé a mi jefe y esa empresa al infierno, que es donde deberían estar por explotadores. Y desde entonces pues ama de casa, a mis faenas y mis niños. Lo que digo siempre, ¡en la bendita hora en que dejé de trabajar!

Lo que tenía que haber hecho era buscar otro trabajo. Con lo que siempre me gustó a mí tener mi propia independencia, y salir y arreglarme todos los días, y estar con gente. Porque ahora, sólo estoy con los niños, lo papás y Manolo, con nadie más. ¿Y arreglarme? ¡En mis sueños me arreglo yo! ¡Dios mío que pintas llevo! El caso, que no supe imponerme a Manolo. Porque yo tenía curriculum como para haber encontrado otra cosa mejor. Pero él, erre que erre. Que todo lo que iba a encontrar sería igual, y que me tendrían explotada otra vez. Y yo, me dejé convencer, como una tonta. Como total él tiene un trabajo decente que nos da para vivir. Aunque sin lujos ¿eh? Nada de salir a cenar por ahí a restaurantes. Todo lo más unas tapitas en el bar de la plaza. Y lo de comprar ropas fuera de rebajas, ¡ni de casualidad! Pero vivir lo que es vivir, pues es verdad que se puede. Además, como dice él, ahorramos estando yo en casa con los niños y ocupándome de los papás, porque si no, tendríamos que pagar una criada para cada casa. A mí cuando me empieza con que ahorramos dinero me enciende viva. ¡A que precio! Le digo yo, ¡al de estar esclava en casa y todo el día con pañales y papillas y mocos! Y él me dice que exagero, que no es para tanto, que lo bien que estoy en mi casa. ¡No lo aguanto! ¡Harta estoy ya de todo! ¡Harta! ¡Y encima el niño me sale ahora con sarampión! ¡Ay Dios! ¿Pero que he hecho yo para merecer esto?

Porque lo que yo siempre me merecí es otra vida distinta, muy distinta. Una vida de mujer trabajadora y con un marido que me mime y comparta las tareas conmigo. Como el padre de Daniel, que va a clase con el niño. Oye, va todas las tardes a recoger a sus hijos al colegio. Va a todas las reuniones del cole y hablando hablando con él, ¡pues que se encarga él de la compra y las comidas en su casa! Su mujer trabaja muchas horas y claro, tienen que dividirse las tareas. El pobre me da un poco de pena, se siente solo, como yo. Así que claro, nos comprendemos tan bien los dos, con sólo mirarnos ya sabemos lo que nos pasa. Porque Manolo también está fuera de casa muchas horas y cuando llega por las noches está siempre cansado y sin ganas de hacer nada. Y yo, a mojarme las ganas en la bañera, con tufo a Nenuco. ¡No es justo! ¡Esta no es la vida que yo me merezco! ¡Dios que harta estoy! ¡Harta a más no poder de esta vida de esclava de mi casa y los niños! ¡Harta de no tener tiempo de nada! ¡Y encima el niño me sale ahora con sarampión! ¡Ay Dios! ¿Pero que he hecho yo para merecer esto?

Lo que tendría que hacer es desaparecer, desaparecer para siempre y tener la vida que siempre me he merecido. Pero ahora es imposible, imposible. Ni siquiera se si lo estoy o no. ¿Y si lo estoy? ¿Cómo se lo explico yo a Manolo? ¡Si hace siglos que no hacemos nada de nada! Ay Dios mío por favor que no lo esté, que no lo esté porque si no ya si que no puedo más. ¿!Cómo se lo explico yo a Manolo!? ¿!Y al padre de Daniel!? ¿!Que la única vez en mi vida que he cometido una locura, que estaba fuera de mí, que yo no quería Dios sabe que no quería, me quedo embarazada!? Ay Dios mío por favor no, no me hagas esto, que bastante harta estoy ya de todo. ¡Tan harta que creo que me voy a volver loca! ¡Y encima el niño me sale ahora con sarampión! ¡Ay Dios! ¿Pero que he hecho yo para merecer esto?

domingo, 6 de junio de 2010

La numero 16, mirando a mi café

Hola a tod@s,

perdonad que haya tardado tanto tiempo en postear esta historia. He vuelto a romper el reto, no he abierto deliberadamente el correo de Fabio para así no tener que escribir una historia. El estrés me está matando pero ya lo se, no debería ser una excusa...

Estoy mirando a mi enorme taza de café casi vacía. Me niego a beber ese último trago porque eso significa que la manana empieza oficialmente y con ella otro día de estrés y tensiones. Se valiente Elena, cuanto antes empieces antes acabas, o eso dicen por ahí...

Aquí va la historia número 16 de este blog. Espero que os guste mucho:


EL LADRÓN DE LAS HISTORIAS DE CLAIRE

Aquella gris y húmeda mañana Claire se levantó como de costumbre a las 7.30am. Se dio una ducha rápida y caliente y se vistió con su uniforme de oficina habitual: pantalones sastre negros o grises, blusa siempre blanca y zapatos negros sencillos. Se plantó en la cocina entre bostezos y se preparó el mismo desayuno que había tomado toda su vida: te con mucha leche y azúcar y un par de tostadas con mantequilla. Salió de su casa a las 8.15 en punto. Tenía así más que tiempo de sobras para llegar a la oficina antes que nadie y leer un poco las noticias de la mañana. Su trabajo como administrativa era para ella más que suficiente. Nunca había tenido ninguna ambición profesional. Su verdadera ambición y pasatiempo estaba fuera del trabajo. Claire era una entusiasta de las novelas policíacas. Había leído todo lo publicado sobre el género, desde las obras completas de Agatha Christie hasta la archipopular trilogía Millenium de Stieg Larsson. Lo conocía todo. Pero su pasión no acababa allí. Claire imaginaba pequeños cuentos policíacos, tenía cientos de libretas perfectamente enumeradas con millones de garabatos que delineaban historias de asesinatos, desapariciones y misterios... Nadie conocía su pasión, su pasatiempo, su mundo particular. Claire pasaba por una inglesa gris y conformada, sencilla y siempre correcta, buena compañera de pintas y tertulias políticas en el pub...

Aquella gris y húmeda mañana al llegar a la oficina, Claire decidió que a la hora de comer se daría una vuelta por las charity shops locales en busca de libros policíacos. Después de revisar de arriba a abajo dos de ellas estaba a punto de desistir cuando por inercia sus pasos la llevaron hasta una tercera diminuta. Entró y enseguida descubrió un libro extraño, de color rojo muy intenso, que estaba absolutamente nuevo: 15 cuentos misteriosos, firmado por un tal Edward H. Taylor. Perfecto, se dijo, y fue a la caja a pagar.

En cuanto tuvo un par de minutos libres se puso a ojear con la ilusión de una niña pequeña su nuevo tesoro… No podía ser, esa primera historia era suya, la había imaginado ella. Era la historia de un niño desaparecido y de cómo su familia da con el con la ayuda de un dudoso detective… Claire estaba perpleja, en shock. Fue a la siguiente historia… ¡También era suya! ¿Pero qué era esto? ¿Una broma? Y la siguiente, y también la siguiente… ¡Todas eran suyas! ¡Dios mío no podía ser! ¡Todas esas historias las había inventado ella! ¡Sus libretas daban fe de ello! Completamente anonadada y estupefacta se excusó con su jefe argumentando una terrible jaqueca y se fue directa a la charity shop donde había comprado el libro. Le preguntó al dependiente de la diminuta tienda si había visto a la persona que había traído ese libro. Curiosamente sí lo recordaba dijo, porque había sido el mismo autor el que lo había traído, por eso estaba nuevo. Le dijo que de vez en cuando traía uno de sus libros, siempre de un color muy intenso, y siempre contenía historias policíacas difíciles de resolver. El mismo dependiente tenía un par de libros en su casa, le comunicó, porque le parecían historias muy bien resueltas y diferentes. Claire estaba más blanca que una luna llena. ¿Así que había más? ¡Dios mío! Exclamó en voz alta. Le explicó al dependiente su problema y éste simpatizó con ella, la pobre muchacha parecía tan afectada. Se ofreció a llevarla a su casa y enseñarle los libros para que Claire pudiese comprobar si esos libros también contenían sus historias...

¡Y efectivamente! Como Claire se temiese los dos libros que el dependiente atesoraba en su casa ¡contenían más historias suyas! Claire no entendía nada, estaba en un shock completo, las lágrimas resbalaban por su rostro. Alguien había profanado su secreto templo. No tenía más remedio que encontrar al tal Edward H. Taylor y cuestionarle. El dependiente, que a estas alturas estaba aún más intrigado que Claire, le dijo que el autor solía visitar la diminuta tienda una vez al mes más o menos. Hizo un esfuerzo para acordarse de cuándo había sido la última vez que lo vió. Había sido hacía unas tres semanas, cuando trajo el libro de las rojísimas tapas. Se intercambiaron los móviles y el dependiente prometió llamar a Claire en cuanto el misterioso autor pusiese los pies en la tienda.

Unos 8 días más tarde el autor hizo su aparición en la diminuta charity shop, y el dependiente, fiel a Claire, la llamó en cuanto el autor puso su primer pie dentro. Claire salió como una exhalación de su oficina y en menos de 10 minutos estaba en la charity shop, mirando a los ojos a Edward H. Taylor...

“Hola Claire, se quién eres. Siempre supe que este momento llegaría tarde o temprano”

“¿Cómo puede ser que me conozcas? ¿Y cómo has conseguido tener acceso a mis historias? Nadie, absolutamente nadie sabe sobre ellas”

“Lo se. Por eso te las robo, porque son historias muy hermosas que deberían ser contadas. Tienes un gran talento Claire y es una pena que permanezca oculto”

“Sigo sin comprenderlo, ¿cómo consigues descubrirlas?”

“Desde el día que nací tengo un don: los pensamientos de a gente suenan en mi cabeza, como si estuviese escuchando una emisora de radio. Mi cabeza no está en sintonía con los pensamientos de todo el mundo, sólo con los de unos pocos, como por ejemplo tu. Desde que tus pensamientos e historias comenzaron a sonar en mi cabeza supe que tenía que escribirlas, ya que tu cobardía no te permitía hacerlo. No deberías estar enfadada conmigo Claire, la culpa es tuya. Decidir no contar esas historias las hace anónimas, y como tal, cualquiera las pude reclamar. Tu cobardía es la culpable Claire, no yo”


RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIING 7.30am

Claire se levantó envuelta en agua. Dejó un mensaje en el contestador de la oficina diciendo que estaba enferma. Se sentó durante el resto del día en su portátil a escribir sus historias una tras otra tras otra...y así los días sucesivos en cuanto volvía de trabajar. En el transcurso de un mes les confesó a sus amigos y familia su afición...

domingo, 23 de mayo de 2010

Historia 15 o el veranito me envuelve

Hola a tod@s,

cómo estais? disfrutando del veranito? Espero que si. Aqui en la jungla hace un tiempo de esos a los que no estamos acostumbrados, un tiempo mediterráneo que invita a todo menos a la vida seria y responsable ;> Bueno, como digo, hay que aprovechar, que esto no es normal y de un día para otro se nos va.

Hoy toca una historia un poco más cortita de lo habitual y muy ligera, nada de darle al coco. Leed y dejaos llevar por ella. Espero que os guste!




HISTORIAS DE PUBS, CON UNA PINTA Y BUENA COMPAŇIA

Cuentan por aquí, se dice en este pub, que una vez fue frecuentado por una mujer inolvidable. Una española de armas tomar, que destilaba sexo y elegancia a partes iguales. Una mujer que levantaba suspiros con tanta pasión como pintas de alcohol. Dicen que esta incombustible hembra posó sus ojos en el único varón del pub inmune a sus encantos: un camarero polaco. Este hombre arrastraba un triste pasado y tenía por delante un incierto futuro. Su gran y único amor permanecía en la distante Polonia, su país natal, cuidando a una madre moribunda que no acababa de pasar a mejor vida. Para este buen y triste hombre, su amor por su dulce y pura polaca le llenaba todos sus pensamientos. Y por mucho que esa española despampanante se pavonease frente a el, nada, ni un pestañear, pues su polaca lo era todo para el.

Un buen día, un personaje inesperado llevó sus pasos hasta el pub: un inglés del norte fornido con un atractivo brutal, que tardó menos de 1 minuto en divisar a la fenomenal española. Se juró que esa mujer sería suya y de nadie más, y se lanzó a su conquista en cuanto se acabó la tercera pinta. La española, que de tonta no tenía un pelo, supo ver dos cosas en el fornido norteño: su incontestable atractivo y una oportunidad de dar celos a su impasible polaco. Se rió a carcajada limpia, sacó pecho y escote más que nunca, clavó su mirada sin compasión, insinuó su diminuta cintura con cada gesto... el fornido inglés estaba totalmente entregado a ella, y esa maldita mujer jugó con él sin miramientos durante demasiado tiempo...

Hasta que un día de verano, el inglés le confesó a la española su amor y su intención de retenerla para siempre. Entonces ella se dio cuenta de que su juego había ido demasiado lejos. No sólo no había conseguido nada del camarero polaco sino que además había enamorado a aquel buen hombre. La española dijo no y el inglés no comprendió porqué. El hombre estaba totalmente anonadado, el pensaba que ella sentía lo mismo por el. Con demasiadas pintas encima se empeñó en conocer la verdad y la razón de semejante negativa, y la española no tuvo más remedio que confesar. Cantó con amargura todos sus sentimientos por el impasible camarero polaco. Con lágrimas negras lloró su vergüenza por su despiadado comportamiento. El fornido inglés estaba fuera de si, loco de rabia y despecho. Aquel flacucho polaco era el hombre por el que su española bebía los vientos, no podía ser tan cruel la verdad... sin mediar palabra se lanzó como un animal a la barra del pub y le dio al pobre polaco una soberana paliza. En menos de 5 minutos lo había dejado inconsciente y tuvo que ser llevado al hospital. La española quería matar a ese desgraciado, así que también sin mediar palabra le estampó un vaso en la cara que le abrió una brecha de arriba a abajo. Bonito panorama el que se observó aquella tarde en el pub: dos buenos hombres heridos en cuerpo y orgullo y una mujer caprichosa pagando su comportamiento con la histeria.

Después de aquello ya no se volvió a ver más al polaco. Parece ser que aquella paliza fue la gota que colmó el vaso de su infeliz situación. Decidió volver a Polonia junto a su polaca y abandonar sus sueños de una vida mejor en estas islas.

El fornido inglés nunca fue capaz de separarse durante demasiado tiempo de la española, que por su parte no era tampoco capaz de negar la atracción que sentía por el. Lástima que ambos tuvieran esos caracteres del diablo, y de vez en cuando se liase bien gorda a palos y vasos estampados, que solía ser cada vez que ella jugueteaba con alguien y a él le entraban los celos endemoniados...

Así que amigo mío, como te lo digo, el trozo que le falta a tu silla y la muesca de esta mesa son fruto de una de aquellas broncas. Igual que aquel espejo partido de ahí. El dueño se cansó de cambiar los muebles cada vez que estos tenían una pelea de las suyas. Les ha prohibido entrar en el pub una y mil veces, pero aun así, la muy boba de la española se pasa de vez en cuando por si de casualidad su polaco hubiese vuelto. Y cuando ella aparece sabes que el inglés norteño no anda muy lejos... Ay amigo mío, qué historias pasan en los pubs, y cuánto se disfrutan con una pinta y buena compañía... ¡Salud!

lunes, 10 de mayo de 2010

La catorce o que bien sienta un finde genial

Hola a tod@s,

espero que hoy tengáis en la cara una sonrisa tan grande como la mia. No dejo de pensar en el finde tan estupendo que he pasado junto a una estupenda compania.

Fabio me ha mandado su critica de la historia 10, el asco. Aqui la tenéis:

"Tu historia 10, el asco, me encantó. Es de las que más me gustaron. Me gusta el modo como trabajás el tiempo, cómo vas del presente de un diario y al día siguiente te referís a ese día anterior con lo que queda explicado en ese relato del segundo día por qué sentía ese asco. Como crítica, lo de siempre. Tratar de evitar en los posible (csi siempre se puede) los conectores lógicos (pero, por eso, por lo tanto). No me acuerdo cu´les aparecen. Y después, hay una bajada de línea (así le decimos acá a la expresión demasiado evidente de una ideología o de una antiideología), que está muy bien que el escritor la tenga, pero es preferible que se muestre a través de la acción de la historia , como decís "todo aquello que la máquina capitalista consumista" pudrió. De hecho queda demostrado en ese asco, en esa vida vacía que el tipo tenía. Es muy loable que te hayas podido poner en el lugar del hombre. Eso muestra tu condición de escritora y de gran sensibilidad humana."

Estoy contenta :>

Aqui va la historia número catorce creada contrarreloj para Fabio. !Espero que disfruteis!



DE LA VULGARIDAD DE UNOS VERSOS

Hacía ya 3 meses que la vida había llevado a Sonia a aquel anodino pueblo industrial gigante, uno de tantos que habita el interior español. Sonia era profesora de violín en el conservatorio municipal. No veía el momento de que otra plaza saliese en cualquier parte y largarse. No conseguía hacer amistad con nadie, los profesores del conservatorio eran todos mayores y acomodados en su vida, en el pueblo las miradas fruncidas le seguían por cada calle por su condición de forastera, ¿o por sus ropas bohemias y aspecto descuidado? No se encontraba a gusto, no conocía a nadie con remotas aficiones artísticas... un desastre... ¡Y aún le quedaban otros 6 largos meses allí! Necesitaba conocer a alguien o se volvería loca.

Aquella fue una de tantas mañanas para Sonia. Levantarse de la cama con la pesadilla de darse cuenta que seguía allí, beberse un café cargadísimo acompañado por galletas y un cigarrillo, una larga ducha, ponerse cualquier cosa que no estuviese sucia, agarrar su violín, encender otro cigarrillo y al ruedo... esas calles anodinas y feas otra vez, esa humeante chimenea tras el recortado perfil de las casas del pueblo. 15 minutos separaban su casa del conservatorio. 15 minutos de preguntas martilleantes en su cabeza las cuales todas se reducían a una sola: ¿qué hago aquí? En su descorazonador camino, tenía que pasar junto a un solar vacío, lleno de grafitis gamberros y mensajes horribles... excepto aquella mañana. Sobre un fondo blanco, estas letras en negrísimas mayúsculas sobresalían sobre toda la demás basura escrita: EN LA VULGARIDAD DE ESTOS VERSOS... Sonia se paró en seco, abandonó su camino un largo minuto y extasiada contempló aquel verso clamado vulgar por su poeta: EN LA VULGARIDAD DE ESTOS VERSOS... Se fijó también en un 2 pequeñito justo debajo del verso... esas palabras se grabaron a fuego en su ávida mente artística durante el resto de la jornada.

La mañana siguiente, Sonia se hizo menos de lo habitual la remolona cuando saltó el despertador. Hizo todas las tareas mañaneras de su lista más ágilmente de lo normal y se lanzó otra vez al ruedo... el solar... ¡el verso había desaparecido! ¡Había sido reemplazado por otro! JUNTO AL MANZANAR... Era la misma caligrafía, las mismas negras letras sobre fondo blanco... JUNTO AL MANZANAR... y debajo, un 6 pequeñito. ¡Era una poesía desordenada! ¡El poeta estaba escribiendo sus versos desordenadamente pero dando al mismo tiempo la clave para construir el poema final! Sonia explotó en una aliviadora carcajada. Después de todo sí había un artista en el pueblo, fuese quien fuese. Apuntó este verso 6 junto al 2 del día anterior y canturreando siguió su camino al conservatorio.

La misma cadena de eventos sucedió la mañana siguiente: despertador, desayuno, ducha, ropas, violín, cigarrillo ¡y al ruedo! El solar... Y DE AHÍ ESTE RETO... y un 4... Apuntado. Sí señor poeta, gracias por el reto, lo estoy siguiendo, te sigo la pista.

Otra mañana… Y DE LA VULGARIDAD A LA AMISTAD, 7… un nuevo día… QUE YO SIN VOS NO LOS QUIERO, 3… sale el sol otra vez… TUS PASOS TE GUIARAN, 8… al ruedo… RESIDE SU SECRETO, 1… el solar… SURGE EN LA ALAMEDA, 5. Y ese fue el último verso del juguetón poeta. Sonia recompuso el poema que decía así:


Reside su secreto
en la vulgaridad de estos versos,
que yo sin vos no los quiero
y de ahí este reto.

Surge en la alameda
junto al manzanar,
y de la vulgaridad a la amistad
tus pasos te guiarán.


¡Sonia estaba excitadísima! ¡No solo era un poema sino también un reto! ¡Una cita! ¿Pero con quién exactamente? Tendría que ir y averiguarlo por si misma.

Preguntó en el conservatorio si había una alameda en el pueblo y le comunicaron que sí, y cuando preguntó por un manzanar pegado a la alameda le dijeron que había varios… Entonces cayó en la cuenta de que no sabía cuándo era la cita…piensa Sonia piensa… ¡El orden de los versos! ¡Claro! Los números tenían que significar algo, los ordenó: 26473815. Era 24 de abril, así que los 3 primeros números podían perfectamente significar el 26 de abril… ¿y luego? Cogió un mapa de carreteras de la zona, y en el kilómetro 73 de la nacional que cruzaba el pueblo se encontraba la alameda junto a unos campos privados de árboles frutales…!ese era el lugar! Y sólo quedaba la hora, las 8 y cuarto, de la mañana. Misterio resuelto.

La noche anterior a la cita Sonia no fue capaz de pegar ojo. Se levantó mucho antes de que sonara el despertador y estaba lista media hora antes de lo previsto. Se fue caminando muy despacio, conteniendo su pulso y ritmo, frenando a cada paso para no echarse a correr… Una hora le costó llegar al punto de encuentro. No había nadie, ni un alma. Tranquila, se dijo, tranquila, alguien aparecerá. A punto estaba una triste Sonia de darse por vencida cuando divisó una figura a lo lejos, sobre el asfalto de la calzada y a paso ligero…

Sonia no era la única que había estado recomponiendo ese poema. Alguien más en el pueblo había dado con los versos y la clave. Alguien más había encaminado la senda de los últimos días de su vida hacia aquel kilómetro 73 de la nacional. Ese alguien más era Laura, otra forastera en ese común y apático pueblo, con las mismas preguntas martilleantes en la cabeza que Sonia…El poeta tenía razón: sus pasos las guiaron de la vulgaridad de unos versos a la amistad, y ese pueblo anodino pasó a ser un bonito recuerdo en las vidas de Sonia y Laura.

Nunca llegaron a conocer la identidad del caprichoso poeta local que las unió. Nunca más volvieron a ver versos negros sobre un fondo blanco. Nunca más pensaron en la vulgaridad de unos versos clandestinos que aparecieron justo cuando más eran necesitados…

jueves, 29 de abril de 2010

La trece o necesito un break

Hola chic@s!

espero que todo vaya bien y esteis tan contentos como yo de que por fin sea viernes... y el lunes es puente! gracias al cielo porque necesito un break en condiciones... Hay veces que tu cabeza te avisa de que no funciona más, los tornillos están oxidados y ya no van las conexiones... mi cabeza me lo dijo ya el martes! traidora...

Me sigue martilleando el hecho de que Fabio no conozca la existencia de este blog...

Aquí está la siguiente historia!


DEL INFIERNO A LA ESPERANZA

Me podría pasar el día entero mirando a mi bebé, sus gestitos, cómo duerme, su olor a todo nuevo… Me pregunto si mi niña tendrá una vida como la mía, si también pasará por el infierno que yo pasé, si algún día sabrá salir de él...

Miro a mi bebé y pienso, ¿cómo conseguí llegar hasta aquí? ¿En qué momento salí del horror para volver a la vida? Creo que conseguí salir de mi infierno particular por mi propio pie, por un lado, y porque conocí a Raúl, por otro. Raúl ha sido la única persona que ha sabido ver la fragilidad que hay en mí. El resto del mundo piensa que soy una mujer de carácter, fuerte y dominante...cuando en realidad soy y he sido siempre una mujer asustada ante la vida, una mujer que para superar sus pequeños traumas necesitaba alcohol, paracetamol y tabaco a diario y en grandes cantidades.

Recuerdo que fui una adolescente normal, con ramalazos de rebeldía ocasionales, a la que le atemorizaba que en una de sus múltiples peleas uno de sus padres dijese hasta aquí hemos llegado y desapareciese. Nunca llegó a suceder, pero el miedo siempre estuvo ahí. Me anestesiaba los viernes y sábados por la noche con ingentes cantidades alcohólicas, porros y cigarrillos... al menos me pasaba 3 días a la semana superando una resaca y no el temor a un divorcio.

Luego llegó la universidad. Ya era más mayor, y al miedo a la separación de mis padres se unió el temor al fracaso universitario y a no encajar con la gente. Enseguida hice amigos, siempre he sido bastante sociable, pero académicamente sudé tinta, lo que fue duro considerando que hasta entonces con estudiar un poquito aprobaba todo. El miedo, el temor siempre ahí acechándome, vigilándome como una sombra implacable... Fueron años de bacanales alcohólicas, drogas, tabaco y medicamentos para paliar los estragos de las monumentales resacas... Todo este maremagnum de sustancias conseguía acallar todos mis temores... hasta que la resaca se pasaba.

Es curioso que durante todo este tiempo decadente, de cara a los demás, era una chica segura de mí misma que sabía lo que quería en la vida, que tapaba sus enormes ojeras y piel gris con dosis de maquillaje comparables a sus excesos, que tenía siempre una presencia impecable. Este disfraz era un muro contra preguntas incómodas o comentarios hirientes. Y lo fue durante el resto de mi juventud. Ahora se que esas ropas pulcras y bien coordinadas, ese maquillaje pesado aplicado con gusto y ese olor a perfume de mujer con autoestima triunfadora fue lo peor que hice por mi misma. Me camuflaron de cara al mundo exterior por lo que nunca nadie pudo ver mi interior, mi verdadero yo, lo que me quemaba el corazón.

Mínimo una botella de vodka al día, mezclado con café, zumo o lo que hiciese falta; la máxima dosis de paracetamol permitida por adulto a diario y a veces hasta alguna pastillita más a ver qué pasaba; cajetilla y media de tabaco diario; mi peso era mínimo y mi talla la de una niña de 13 años... ¿Cómo nunca nadie se dio cuenta? ¿Ni siquiera mi propia familia? ¿Ni mis mejores amigos? Les llegué a odiar por su impasibilidad hacia mí, por no notar nada. Les odiaba, en mi interior quería gritarles, agarrarles por el cuello y confesarles lo que me pasaba, ¿por qué no se daban cuenta por Dios? Les culpaba de mis miedos y por consiguiente de mis adicciones... Ahora se que la única culpable era yo, que disfrazaba mi exterior porque no quería que se diesen cuenta, ¡estaba tan asustada Dios mío! ¡Tan asustada!

Todo empezó a írseme de la mano, me colocaba tanto antes de llegar al trabajo que algunos días no conseguía ver la pantalla del ordenador o sujetar un lápiz. Estaba aterrada, si alguien se daba cuenta tendría que confesar todo, que siempre había sido una “yonqui” de cualquier cosa que se me pusiese por delante... Irónicamente este miedo me “salvó”, accionó las alarmas dentro de mí y me dijo que tenía que parar, que no podía seguir así...

Y no seguí más así: por mi propio pie ingresé en una clínica de desintoxicación... después de todo iba a ser verdad que era una mujer fuerte... otra ironía en mi vida...

Estuve allí un mes, todo el mundo pensaba que estaba de vacaciones en las Bahamas... Lo duro llegó una vez que regresé a mi casa. Enfrentarme al día a día fue recorrer un camino de piedras ardiendo... estaba a punto de sucumbir otra vez al alcohol y demás cuando llegó Raúl. Gracias Dios mío que lo pusiste en mi camino. Por él quise ser una mujer mejor, estar sobria día a día, incluso dejé de fumar con el tiempo. El reconoció mi calvario en cuanto me vio. Su propio padre era exalcohólico y conocía de sobras la mirada de mis ojos, los gestos de mis manos nerviosas y ansiosas por una copa... No me juzgó por lo que había hecho, pero sí me retó a estar siempre sobria y a superar mis miedos hablando con la gente... ¡Y eso hice! Empecé poco a poco a hablar más con mi familia y amigos, a confesarles mis miedos y temores...

Se que no hay fin, que tengo que seguir luchando día a día por mi niña, Raúl y yo misma. Tengo el hígado y estómago de una persona de 60 años y diversos problemas de salud. Tengo un agujero negro en mi vida que ya jamás recuperaré... Pero no quiero ver eso, quiero ver que logré salir de ello y que ahora tengo lo más grande, mi bebé Esperanza y mi amor Raúl.

miércoles, 21 de abril de 2010

Historia 12 en medio del puro estres!!!!

Ay dios, que este Fabio me va a matar! pues no tenia yo suficiente con el dia de hoy que hala! inventate historia de la nada!!!

No me voy a extender mucho en la introcucción porque estoy que me subo por las paredes!

Besos a tod@s y que disfruteis de la primavera!

Aqui está la historia número 12 inventada contrarreloj para Fabio!





LA SUERTE DE CLARA Y LAURA

Clara y Laura vivían con su abuela desde que sus padres murieran en un desafortunado accidente cuando ellas contaban con 6 y 9 años respectivamente. El accidente no fue culpa de sus padres: un borracho a toda velocidad se saltó el semáforo y los atropelló. Clara era muy pequeñita cuando todo sucedió, pero Laura ya tenía bastante conciencia y lo vivió todo demasiado intensamente. Ambas se adoraban y cuidaban la una de la otra con verdadera devoción, al igual que de su abuela, una santa mujer que las crió con todo el amor que fue capaz de darles.

Exactamente 9 años después del suceso, cosas curiosas comenzaron a ocurrir en la vida de Clara y Laura. Cosas que todo el mundo calificaba como de “una buena suerte extraordinaria”. Clara se encontraba un día 5.000 pesetas aquí, Laura una pulsera de oro allá y su abuela una sortija de zafiros en el rellano. Era asombroso la cantidad de dinero en efectivo y joyas que se encontraban al cabo del mes. Laura, que ya había sufrido bastante, decidió seguir la corriente de su buena suerte y sin más acumulaba todo lo encontrado con sumo cuidado para cuando fuese necesario. Sin embargo, Clara no podía dejar de darle vueltas al asunto de tan extraordinarios encuentros, y concluyó que alguien estaba detrás de todo aquello. Su abuela estaba de acuerdo con Clara, todo era demasiado casual, pero a la vez pensaba que la mejor postura era la de Laura, porque era la única manera de vivir en paz.

Así, el tiempo transcurrió para Clara, Laura y su abuela. La “buena suerte extraordinaria” continuó. Laura procuraba prestarle la menor atención mientras que Clara se devanaba los sesos día si y día también pensando en quién sería el anónimo benefactor. Llegó un punto en que su curiosidad alcanzó el límite máximo, por lo que anunció a su abuela y hermana que no iba a descansar hasta averiguar quién era el misterioso personaje. Laura y su abuela, que no podían ocultar su curiosidad, se disgustaron pero le dijeron que si así pensaba que descansaría mejor, pues adelante.

Lo primero que pensó dado que los encuentros casuales habían comenzado justo en el aniversario de la muerte de sus padres, es que alguien relacionado con ella estaba detrás de todo. Podría ser el propio asesino o alguien de su entorno. Así, se puso a remover todos los documentos sobre la investigación del accidente de sus padres. Para su gran desolación, allí no había nada más que la frustración policial por no poder dar con el escurridizo borracho. Tuvo que abandonar por fuerza mayor esa línea de investigación, y con el tiempo, todas las demás, porque no había manera de averiguar nada. Clara se sentía frustrada, y aún más cada vez que se encontraban dinero o joyas caídas del cielo.

Los años pasaron, la buena suerte continuó... hasta que de repente, unos 7 años después de que comenzara, cesó repentinamente. ¿Por qué? ¿Qué había ocurrido? ¿Acaso el anónimo benefactor había muerto? Demasiadas preguntas sin respuestas que se sumaban a la ya larga lista de interrogantes sobre el extraño caso...

Todas las respuestas llegaron apenas 3 meses después de que los encuentros cesaran: un buen día a la hora de cenar, el vecino del séptimo se plantó en su casa, muy serio y compungido, pidiendo por favor si podían concederle unos minutos para hablar. O, más bien, confesar.

Les confesó que el anónimo benefactor era su madre, que en paz descansase ya que había fallecido 3 meses antes. Su madre, una heredera hija de ganaderos, se mudó de su pueblo a las comodidades de la gran ciudad con su hijo cuando los años se le vinieron encima. Aquello había sucedido hacía unos 7 años. Al mudarse al domicilio de su hijo, se enteró de lo que les había sucedido a aquellas niñas tan educadas y dulces del tercero B, Clara y Laura. Se enteró de la lucha de su pobre abuela por sacar adelante a las niñas con apenas la pensión mínima, los pocos ahorros que los padres les dejaron y algún que otro beneficio social. La historia le llegó a la mujer al mismísimo alma. Para una mujer a la que la vida, a pesar de los difíciles tiempos que le habían tocado, siempre había sido un camino de rosas, aquella historia le parecía el colmo de la tristeza y la mala fortuna. Así, se dijo, la vida tenía que hacer justicia a las pobres ocupantes del tercero B. Y como esperar a la justicia divina era algo absurdo, se dijo que ella se encargaría de todo. Obviamente la mujer tenía buenos dineros y joyas que jamás había usado ni usaría jamás. Se dijo que, ahora que vivía con su hijo en la ciudad y que los asuntos de su pueblo estaban bien atados, no necesitaba todo lo que cobraba de pensión y mucho menos tanta joya. Así que, con su hijo como cómplice, les “regaló” a Clara, Laura y su abuela todo aquello que ella consideraba justo que tuviesen.

Perplejas se quedaron nuestras tres protagonistas, perplejas ante aquel hombrecillo de mediana edad al que se habían cruzado mil veces en el ascensor y que era siempre tan amable pero muy parco en palabras. El hombrecillo les pidió por favor su perdón si les había importunado de alguna manera. Ellas estallaron en una sonora carcajada de alivio porque de una vez por todas el misterio había sido resulto, y le dieron las mil y una gracias porque todo el dinero y joyas que se habían ido encontrando “casualmente” les había hecho la vida mucho más fácil. El hombrecillo se quedó a cenar con ellas y desde aquel entonces fue uno más de la familia. Lástima que su madre no estuviese allí para disfrutar de todo aquello con ellos.

martes, 13 de abril de 2010

Historia 11-Dónde está Fabio?

Hola mozos y mozas, cómo va la semanita?

Yo aqui estoy preocupada por la falta de noticias de Fabio. Manda relatos pero no escribe mucho...mmmm...veremos a ver que pasa. Yo sigo con mi reto y escribo cuando recibo cosas de el, lo que me ha puesto en un apuro el dia de hoy que estoy muy ocupada y he tenido que ir escrbiendo esta historia a ratos sueltos.

Espero que os guste, es una celebración de los pequenos placeres cotidianos.

Besos a tod@s....aqui va la historia contrarreloj número 11!




GRACIAS

Susana subió las persianas de su dormitorio para dar paso a un radiante y luminoso sol que no había brillado en una semana de oscuras lluvias. Se puso contenta de inmediato y canturreando se fue a la cocina a prepararse un café. Decidió tomárselo en la terraza, para así dejar que los rayos le acariciasen la cara antes de darse una ducha. Tanto se inclinó para atrapar el soleado espectáculo que, sin darse cuenta, empujó unas macetas que habían acumulado agua de lluvia en su base. El agua terrosa de las macetas se derramó y fue a caer en el parabrisas de la furgoneta de Antonio que en ese momento hacía su triunfal entrada en la plaza.

Antonio vio caer algo pringoso sobre su parabrisas y maldijo a todos los pájaros del universo. Así que paró la furgoneta en el primer hueco que vio y se bajó a limpiar el cristal, descubriendo, para su agradable sorpresa, que no era más que agua sucia. Bendijo su suerte y reparó en el coqueto café enfrente suyo que le invitaba a entrar y tomarse un respiro. “Me he tomado un café en casa pero otro no me vendría nada mal antes de seguir con los repartos”. Así que entró, de muy buen humor, a por un cafelito de media mañana. Para su gran alegría, se encontró con su amigo Sergio al que no veía desde hacía unas semanas. Los dos se abrazaron y charlaron durante más de media hora de esto y de aquello y de lo de más allá. Se despidieron como sólo dos amigos de toda la vida saben hacerlo, y Antonio le mandó besos y recuerdos a Maribel, la mujer de Sergio.

Cuando Antonio desapareció con su furgoneta, Sergio, que estaba de espíritu alegre por el encontronazo con su amigo, decidió ir a darle los besos y recuerdos de Antonio a Maribel en persona, que total trabajaba en la peluquería a la vuelta de la esquina de la plaza. Pensó que casi nunca iba a ver a su mujer al trabajo, y que seguro que una sorpresa en un día tan bonito le encantaría. Así que dicho y hecho, compró unas flores en la floristería de al lado del café y desapareció de la plaza doblando la esquina rumbo de la peluquería de Maribel.

¡Y si que se sorprendió Maribel, si! ¡Se puso más contenta y agitada que una adolescente con novio nuevo! En cuanto encontró un huequito en su apretada agenda de clientes, salió con su marido a dar un paseo por la placita y así disfrutar del radiante sol. Los dos parecían dos chiquillos, besos y arrumacos por todas partes, un bonito espectáculo. Pero lo bueno, si breve, dos veces bueno, y Maribel pronto tuvo que regresar a la peluquería a seguir con sus faenas. Pero antes de ir, pensó que sería bonito hacer partícipes a las otras chicas de la peluquería y los clientes de su buen humor. Así que compró en la pastelería de la esquina unos bombones y unas pastas para deleite de todo el que estuviese en la peluquería en ese momento.

Ana fue una de las afortunadas que probó bombones y pastas, acompañados por café que prepararon allí mismo en la peluquería. Pensó que era un bonito detalle y que transformaba ese día en algo especial. Se acordó de los maravillosos bizcochos y tartas que solía hacer antes, cuando los niños aún no habían llegado y estaba menos ocupada. ¡Ay que tiempos aquellos! Ella sola en su cocina dando rienda suelta a su vena repostera… ¿y por qué no hoy? ¿Por qué no celebrar el bonito día de hoy? Encaminó su paso ligero a casa y fabricó un bizcocho delicioso en menos de 1 hora. ¡Su madre se pondría tan contenta si la viera! Así que la llamó por teléfono y en cuanto oyó la palabra bizcocho, Asun se plantó en casa de su hija Ana en menos que canta un gallo. “Desde luego hija mía, tus bizcochos son únicos, ¡los mejores del mundo!”, exclamó Asun con los carrillos llenos. Y se acordó de su amiga Pilar, la pianista, cuántos atracones de tartas de Ana se habían metido las dos juntas. Pobre, luego Pilar se quedó paralítica y entonces quedaban mucho menos. “Ana, hija, ¿te importa si te cojo el resto del bizcocho? Es para Pilar, lo contenta que se pondrá al verme con uno de tus postres” “Claro mamá, llévatelo y disfrútalo con ella, yo haré otro para casa en un santiamén”.

Asun fue a casa de Pilar, que vivía allí al lado en la plaza. Y tal y como había predicho, Pilar se emocionó por esa sorpresa tan bonita e inesperada y las dos amigas estuvieron horas hablando de la vida y atracándose de bizcocho como dos chiquillas.

Yo, Pilar, estoy agradecida porque hoy ha sido un día muy especial, tener a mi amiga Asun aquí conmigo ha sido un verdadero regalo del cielo y una ruptura de mi rutina. Una rutina, sin embargo, de observadora privilegiada desde mi silla de ruedas. Desde ella vi a Susana, la vecina de enfrente de la plaza, salir al balcón a apreciar el sol esta mañana. Vi esa agua embarrada de la maceta caer en el parabrisas de Antonio, el repartidor, que decidió tomarse un descansito a mitad de mañana y por eso se encontró con Sergio, el marido de Maribel la peluquera. Vi a Sergio entrar a la floristería y un ratito después volver con su mujer a la placita a hacerse arrumacos. También vi a Maribel entrar en la pastelería y salir con una caja de bombones y una bandeja de pasteles. Y vi a Ana con una sonrisa de oreja a oreja y los pelos todos huecos de peluquería cruzar a toda prisa la plaza camino de su casa. Y por último, vi a mi amiga Asun regresar a la plaza con una bandeja cubierta en su mano, que resultó ser un bizcocho que Ana había hecho después de no se cuanto tiempo sin hacer postres, y que Asun había insistido en compartir conmigo.

Lo que he observado hoy desde mi refugio es hermoso, me ha emocionado, y por eso he decidido escribir esta historia y contarlo a quienes seáis los que leéis este blog. Esta es mi particular manera de dar gracias porque Susana, este precioso día de abril, haya decidido apreciar y disfrutar del hermoso sol, y eso haya desencadenado en que mi gran amiga Asun haya pasado la tarde conmigo… GRACIAS.