Una espanolita en Londres

Una espanolita en Londres
Camden Town Girl...o sea, yo

Fabio, yo y mil historias inventadas contrarreloj

Yo, españolita, treintañera y con ganas de hacer algo diferente en mi vida, he decidido, por fin, poner por escrito las millones de historias y fantasías que pasan por mi cabeza... ¡en forma de reto!

Fabio, un hombre argentino aficionado a la literatura si cabe más que yo, me manda sus historias y cuentos desde hace poco, y yo le correspondo con las mías. Alguien a quien no conozco, una conexión difícil de explicar...

El reto es, cada vez que reciba un texto de Fabio, he de contestarle en menos de 24h, con una historia totalmente nueva y original...

¿Podré seguir el ritmo? ¿Será mi imaginación tan fantasiosa como siempre he pensado? ¿O no seré más que otra españolita en Londres que se piensa que, por estar en esta ciudad tan libertaria, puede hacer cualquier cosa que se proponga? ¡Este blog me sacará de mis dudas! :>


jueves, 30 de junio de 2011

La 27 desde una euforia sincera

Hola a tod@s!

esta semana estoy de enhorabuena, estoy euforica y feliz! Os tengo que dar una noticia que me llena de alegría: hace varios meses envié una de las historias de este blog para participar en un concurso de relatos y...he quedado finalista! Para mi es un privilegio haber sido seleccionada como finalista para el premio, que aunque al final no lo he conseguido, supone para mi algo increíble. Participó mucha gente, era un certamen internacional, así que os podeis imaginar lo contentísima que estoy :>. La historia que mandé fue la número 14, publicada en mayo del 2010, y titulada "De la vulgaridad de unos versos" Os invito a leerla de nuevo :> Os pego aquí abajo el link del certamen:

http://www.lalectoraimpaciente.es/

Ya sabéis que en los últimos tiempos he perdido destreza en mis relatos. Pero no me rindo. Sigo posicionada en mi opción humilde y sigo trabajando para un día escribir preciosos y geniales relatos.

La historia que os cuento hoy tiene que ver con la adolescencia, que últimamente estoy reviviendo, lo que me ha llevado a recordar cosas preciosas que me arrepiento de haber olvidado. Espero que os guste, o como poco, que os entretenga un ratito ;>



EL CUARTO LIBRO DE LEONOR

Leonor miraba compulsivamente el intermitente cursor sobre la hoja de papel en blanco de su recién estrenado portátil. Ni por esas. Ni con un ordenador nuevecito era capaz de ponerse a escribir el que debería ser su siguiente libro. La fecha de entrega se acercaba y Leonor no tenía absolutamente nada que darle a su editor. Después de tres exitosos y aclamados libros Leonor era sencillamente incapaz de escribir un cuarto.

La fórmula mágica del éxito de sus libros precedentes había sido muy simple: Leonor siempre hablaba de experiencias propias que ella retocaba dándoles más o menos dramatismo aquí o allá. Los tres meses que se pegó viajando por Argentina y Chile y el cambio de actitud y mentalidad que supuso, su divorcio de Fernando y la nueva vida que emprendió tras él y la muerte de su abuelo y con él sus más preciados recuerdos de su infancia fueron los temas sobre los que construyó sus tres libros. El hecho de haberlos vivido en primera persona le ponía en una situación privilegiada para transmitir mejor que nadie las emociones y sentimientos que había experimentado con esos tres sucesos. Sucesos lo suficientemente populares como para que una amplio sector de los lectores se sintiese identificado con ellos. Todo un éxito simple, humilde y honesto.

Dado que ahora no tenía nada sobre lo que escribir, Leonor había concluido hacía ya unas semanas que su vida era aburrida y gris y que tenía una urgente necesidad por vivir experiencias y emociones nuevas. Leonor conocía el problema, pero no tenía ni idea de la solución.

Se levantó de la silla y se dedicó a deambular por la casa con la mente en blanco. Su apartamento no era especialmente grande o bonito. Se paró en seco y miró a su alrededor: cuanta mierda he acumulado desde que me mudé, se dijo, si sigo así tendré que irme pronto de esta casa a un sitio más grande. Estaban las cosas como para pensar en comprarse una casa más grande. ¡Ni hablar! Se dijo, una buena limpieza es lo que necesita esto. Y se puso a descartar ropas y cachivaches viejos. Cuando le llegó el turno a su estudio Leonor no ofreció tregua: removió aquí y allá y tiró papeles sin conocimiento...

Enfrascada como andaba en su misión, Leonor se sorprendió al descubrir un pesado sobre tamaño folio al fondo del último cajón. Lo sopesó en sus manos. ¿Qué habría allí dentro? Le dio la vuelta y lanzó un suspiro de profunda sorpresa: el sobre estaba dirigido a ella, Leonor Solana Paredes, y especificaba: “no abrir hasta el 2 de Marzo del 2011”. El corazón de Leonor latía a mil por hora: hacía apenas unos días había sido el 2 de marzo del 2011. Entonces Leonor reparó en la caligrafía y reconoció su letra de cuando era adolescente, de antes de comenzar la universidad. La costumbre de poner circulitos encima de la letra i la tuvo que abandonar al empezar la universidad, ya que perdía demasiado tiempo y había que coger apuntes muy rápido. Si, no cabía duda, esa carta y lo hubiese allí dentro lo había colocado ella misma, la Leonor adolescente, para ella misma, la Leonor de 32 años. Teniendo en cuenta lo despreocupada y loca que era en aquella época vete tú a saber lo que habría allí dentro...

Leonor no tenía una buena imagen de lo que había sido su adolescencia y de cómo la había vivido. Demasiado alcohol y porros, ni te cuento la cantidad de cigarrillos y chicos. Y de lo que más se arrepentía: demasiada rebeldía para con sus padres. Los pobres sufrieron demasiado por culpa de su mala actitud, sus pintas oscuras y andrajosas. No, no quería volver a revivir nada de ese pasado oscuro. Ni hablar. Gracias a dios que había conseguido encerrarlo en una parte muy bien protegida de su cerebro para no tener que recordarlo nunca jamás. Ahora tenía una vida ordenada. Aburrida, es cierto, pero ordenada y sin locuras. Aún así, Leonor no sabía qué hacer con el sobre...

Llamó a su amiga Asun, compañera de correrías desde la infancia para contarle lo sucedido y pedirle consejo. Asun alucinó con la historia y en un principio estuvo de acuerdo con Leonor en que lo pasado pasado estaba y mejor dejarlo estar. Aún así Asun le dijo a Leonor que era un poco exagerada, que en su adolescencia no todo habían sido vicios y excesos, que también reían mucho y tenían muchos sueños. ¿En serio? Preguntó Leonor, pues no me acuerdo, respondió. Y era cierto, no se acordaba de nada bonito de su adolescencia. Asun se despidió de ella diciéndole que a lo mejor gracias a ese sobre conseguía recordar las cosas buenas de aquella época. Y que se lo tomase con ligereza, al fin y al cabo era la idea de una adolescente un poco rebelde. Cierto, rió Leonor, no debería tomarme las cosas tan a la tremenda, es solo una chiquillada. Leonor colgó el teléfono entre risas y se dirigió a su estudio. Tomó el sobre entre sus manos, se sentó en su cómoda silla y abrió el sobre. Lo primero que encontró fue una carta, que decía así:

“Querida yo:

Supongo que ahora mismo estarás toda perpleja preguntándote a qué viene esta carta. Si es así, es que no recuerdas nada, o casi nada, de lo que eras, de lo que soy yo ahora mismo. No recuerdas cuánto te gustaba vestir camisetas negras de tus grupos favoritos, solo Levis 501 y botas de montaña. No te acuerdas de los posters que ahora decoran mi habitación, la que un día fue tuya. No te acuerdas de que ningún día te ibas a la cama sin haber escuchado por lo menos 3 cassettes completas, y una de ellas siempre de Bon Jovi. Y lo peor: no te acuerdas de lo que querías ser de mayor y aquello de lo que quieres huir. Te voy a refrescar la memoria.

De mayor no quieres ser como los demás, quieres ser diferente. No quieres lleva una vida cotidiana y común porque no vas a ser feliz. De mayor quieres ser escritora. Porque escribir te hace feliz. Porque en tu mundo de letras eres libre y puedes ser quien quieras ser.

Recuerda quién eras. Mira en el sobre.

Leonor Solana Paredes

PD: ¿También has olvidado por qué esta fecha? Madre mía, ¡las cosas han ido peor de lo que yo me pensaba!”

Leonor estaba muda. Obedientemente sacó todo lo que contenía el sobre. Encontró posters que un día decoraban su habitación, doblados en mil partes para caber en el sobre. Encontró una foto con sus mejores amigas de entonces, Asun y Marisa, que por cierto, seguían siendo sus mismas mejores amigas ahora. Y encontró una cinta cassette con una recopilación de sus canciones favoritas de entonces. Allí estaban Bon Jovi, su grupo favorito de entonces y durante mucho tiempo, Guns and Roses, Heroes del Silencio y demás. Puso la cinta en el equipo de música. Leonor reía y coreaba las canciones a voz en grito como cuando era una chiquilla. Ahora ya no escuchaba música como esa, de hecho no escuchaba prácticamente nada de música. Increíble, pensó, con lo que a ella le encantaba.

Leonor se pegó toda la tarde recordando cómo era de adoloescente. Su amiga Asun tenía razón: el sobre le hizo recordar todo. Y no podía negar que estaba donde estaba gracias a quién había sido: una rebelde que soñaba con ser escritora. Llamó corriendo a su amiga Asun y le contó todo. Las dos rieron como locas durante un buen rato recordando hazañas de aquellos años. Sólo faltaba un misterio por resolver: el de la fecha. Las dos se estrujaron los sesos hasta que se dieron por vencidas. Ninguna de las dos tenía ni idea…

Colgó con Asun y siguió escuchando la cassette hasta que se terminó la música. Leonor alargó la mano para apagar la cadena de música cuando un mensaje grabado a viva voz por ella saltó de los altavoces:

“Este mensaje es por si acaso aún no has descubierto el por qué de la fecha: hoy es el cumpleaños de Jon Bon Jovi, el cantante de tu grupo favorito. Y hoy tendrás 32 años, que suman 5, tu número favorito”

Leonor apagó la cassette y se quedó en silencio durante un rato… hasta que sus manos se alargaron hasta el teclado de su portátil y se pusieron a escribir esta historia sobre cómo uno se hace adulto y olvida cosas que quizás siempre debería haber guardado en su corazón, porque le hacen a uno único y extraordinario. Leonor escribió todo el libro en menos de una semana, mientras escuchaba música sin parar. Leonor nunca se permitió olvidar quién era y de dónde venía.

El cuarto libro de Leonor se convirtió en pocos meses en un gran éxito de ventas y crítica, debido a su ternura, honestidad y optimismo.

martes, 14 de junio de 2011

La 26: desde una revolución que no se puede ignorar

Hola a tod@s,

siento mi silencio involuntario de los últimos meses, ya sabéis, la tesis. Se que empieza a sonar a excusa manida pero es la pura verdad.

Hace días que mis companeros los indignados se merecían una historia. Incluso si no estáis indignados leedla por favor, porque me ha salido del puro alma.

Hasta pronto!

PD: basado en un hecho real ;>



DE LA RABIA A LA INDIGNACIÓN

Entro al baño y me entra un ataque de rabia. Cojo el limpiador de baño y en 2 minutos limpio todo con brío. Ojala pudiera vivir sola y no tener que soportar a los ligues de mi compañero de piso, que vienen creyéndose con todo el derecho para usar mi baño, el que solo yo limpio.

Voy la cocina a prepararme un té y me encuentro con un desastre monumental sobre la encimera. Olla y sartén sucios, cuchillos, platos, vasos. Hay que sumar el estado general de la encimera y los hornillos, donde más grasa y tropezones ya no caben... Qué rabia me entra otra vez. Justo ayer limpié la cocina de cabo a rabo y la dejé bien decente. Vuelve a mi cabeza mi frase favorita desde hace tiempo: ¡ojalá pudiera vivir sola! Nadie ensuciaría mi cocina recién limpia. Lástima de dinero. Siempre el maldito y cochino dinero.

De camino a mi cuarto tropiezo con un trozo de pizza. La rabia me pone los pelos de punta. Nada más llegar a mi cuarto pongo el spotify a toda caña: si le molesta mejor que mejor. Acto seguido me meto en gumtree.com a mirar apartamentos/estudios en mi misma zona. Ni de casualidad podría pagar yo eso. Tendría que pagar más del doble de lo que pago ahora por mi cuarto ¡y sin contar los gastos! Imposible. Maldito dinero. Maldito y cochino dinero.

Paso a reflexionar sobre mi vida y mis perspectivas actuales. En mi empresa no puedo ascender de momento. Están las cosas a punto de explotar, ¡como para ascender! La crisis afectó de lleno al sector y andamos mirando los gastos con lupa. Entonces la opción sería cambiar a otra empresa. No. No, no. Ya miro trabajo todas las semanas y echo currículums pero aún estoy esperando a que me llamen de algún sitio para una triste entrevista. Además los puestos a los que puedo optar por mi experiencia son muy similares al que tengo ahora con lo cual no mejoraría mi sueldo actual. La opción radical sería irme de Londres de vuelta a España. Eso también lo he mirado ya y directamente no hay ni ofertas de trabajo de lo mío o similar. Además, esa fue precisamente la razón por la que me vine aquí. Bonito panorama. Voy a tener que tragarme con patatas al ligón de mi compañero de piso durante una larga temporada. No es justo. No es justo.

Entonces paso a animarme a mí misma obligándome a ver el lado positivo de mi vida y mis circunstancias. Primero: tengo trabajo. Aunque estoy sobrecualificada al menos no me disgusta. Hoy en día eso es algo por lo que dar las gracias y además bien dadas. El sueldo no es muy alto, claro, como no trabajo en finanzas, ni bancos, ni marketing. Pero lo dicho, doy gracias. La rabia se me baja un puntito, al igual que el volumen del spotify. Segundo: vivo en un apartamento decente en una buena zona. Cuanta gente tiene que vivir en apartamentos desastrosos en zonas superpeligrosas porque es lo único que pueden pagar. Cierto que el agua caliente va cuando le da la gana y las ventanas no aíslan nada de nada. Pero vuelvo a dar gracias otra vez. La rabia está ya en proceso de extinción y el volumen al que bramaba mi spotify está ahora tan solo a nivel medio-alto. Tercero: mi compañero de piso es un buen chico. Un ligón y un desastre pero buen chico. Amable y hablador. Pienso en algunos de mis amigos, que comparten piso con gente a la que apenas ve y con los que como mucho intercambian un hola y adiós. Bueno. No está tan mal la cosa entonces. Sonrío. La rabia está domada. Todo había sido un estúpido ataque. Apago el spotify y me quedo en silencio.

De pronto, ya no sonrío más. Me siento patética. Me cabreo. Me indigno. ¿Cómo puede ser que me tenga que conformar y obligarme a sentirme feliz así? ¿Por qué me tengo que conformar cuando veo que otros ganan al mes 100 veces más de lo que gano yo en un año? ¿Por qué tengo que ver cómo hay gente que vive en mansiones mientras otros se mueren de hambre? ¿Por qué tengo que conformarme con mi trabajo cuando yo estudié para contribuir mucho más a la sociedad? Una sociedad que permite que haya ladrones gobernándonos y analfabetos ocupando cadenas de televisión día sí y día también ¡Estoy indignada!

Desde luego no es la culpa de mi compañero de piso, ni de sus ligues. No sé de quién es la culpa pero ya estoy harta. Yo, y la gran mayoría de los ciudadanos nos merecemos una sociedad digna y justa.

Ahora sí sonrío de verdad. Mi conciencia ha despertado. Y ya no hay vuelta atrás :)