Una espanolita en Londres

Una espanolita en Londres
Camden Town Girl...o sea, yo

Fabio, yo y mil historias inventadas contrarreloj

Yo, españolita, treintañera y con ganas de hacer algo diferente en mi vida, he decidido, por fin, poner por escrito las millones de historias y fantasías que pasan por mi cabeza... ¡en forma de reto!

Fabio, un hombre argentino aficionado a la literatura si cabe más que yo, me manda sus historias y cuentos desde hace poco, y yo le correspondo con las mías. Alguien a quien no conozco, una conexión difícil de explicar...

El reto es, cada vez que reciba un texto de Fabio, he de contestarle en menos de 24h, con una historia totalmente nueva y original...

¿Podré seguir el ritmo? ¿Será mi imaginación tan fantasiosa como siempre he pensado? ¿O no seré más que otra españolita en Londres que se piensa que, por estar en esta ciudad tan libertaria, puede hacer cualquier cosa que se proponga? ¡Este blog me sacará de mis dudas! :>


sábado, 13 de febrero de 2010

Segunda historia en medio del abismo de la resaca

Hoy mi bandeja de entrada me ha sorprendido con otro email de Fabio, otra hermosa historia, esta vez de intriga.

El reto sigue en pie! Asi que segura y valerosa me he dispuesto a escribir mi historia original cuando he caido en la cuenta del estado mi cabeza. Ningun problema, he pensado, una tetera bien cargada me ayudara a salir del paso... y es que la jungla volvio a regalarme anoche otra sesion de pintas traicioneras y musicas ruidosas dificiles de bailar.

Esta historia no tiene nada que ver con la primera, es totalmente diferente. Seguid siendo benevolentes un poquito mas por favor, hasta que pille mas ritmo ;>

Aqui va:


LA ENCRUCIJADA DE MARINA

La vida de Marina había transcurrido desde el día de su nacimiento con una normalidad pasmosa. Todo en ella era normal, común, simple. Nada hacía presuponer que Marina escondía un secreto de dimensiones no controladas desde su más tiernos añitos. Gracias al cielo que me dí cuenta antes que los papás y la maestra de la escuela, se decía siempre a ella misma, cada vez que la vida le probaba que había hecho bien en guardar tan celosamente su secreto.

Pero ahora se encontraba en una encrucijada del destino: desvelar su secreto y salvar millones de vidas o callar y dejar que el mundo siguiese su curso para bien o para mal. Difícil elección cuando ese secreto ha sido ocultado a tus seres más queridos, cuando llevas toda tu existencia viviendo una farsa y fingiendo ser alguien normal. Fácil elección para alguien sin tan pesada losa a sus espaldas.

El secreto de Marina, paradójicamente, era simple: Marina era superdotada. En especial con los números y problemas lógicos. Desde que era un renacuajo que apenas levantaba del suelo, Marina transformaba mentalmente todo en números y problemas lógicos de causas y efectos. Por tanto, para ella, la solución de las cosas, problemas y demás circunstancias mundanas era un juego de magia. Como apretar un botón en su mente y click, problema resuelto. También poseía una portentosa memoria y con tan sólo despistadamente leer una página de un libro ésta quedaba grabada a fuego en su cerebro. ¿Por qué había guardado ese secreto tan egoístamente y no había hecho al mundo partícipe de tan portentoso intelecto? Simple también: porque Marina quería ser normal, vivir en un mundo normal y tener una vida normal.

A ojos de su familia y el resto de personas presentes en su vida, Marina siempre había sido una niña aplicada que sacaba buenas notas en el cole. Eso sí, un poquito vaga, había que luchar con ella para que se sentase a hacer la tarea después del colegio y dejase de ver Barrio Sésamo y lo que viniese después. Su adolescencia, como la de tantos, había sido rebelde y enfadada. Siempre discutiendo con sus preocupados padres por la hora de llegada a casa, por la longitud de la camiseta y por lo poco que sus ajustados vaqueros dejaban a la imaginación. Aún así, entró en la universidad sin problemas eligiendo la Licenciatura de Químicas como su particular paseo universitario. Como estudiar para los exámenes no era para ella un problema, Marina se dio a la mala vida de las fiestas universitarias y no académicas, las partidas interminables de cartas en la cafetería de la facultad y la degustación vía cigarrillo de variadas hierbas. ¿Su “truco” para aprobar siempre los exámenes? Encerrarse en el cuarto a estudiar unos días antes de ellos. Pero Marina era feliz porque era una persona normal. Porque tenía la inmensa suerte de poder disfrutar de todos esos pequeños placeres de la vida que le habrían sido negados en su alternativa existencia.

Marina escogió Bioquímica como especialización porque los problemas lógicos y numéricos en los que ella transformaba células, proteínas, ácidos nucleicos y hormonas eran los más bellos, a la par que los que suponían un mayor reto, de todos los que habían pasado por su mente. Marina seguía siendo feliz y encima estudiaba algo que le llenaba intelectualmente. Así que no es de extrañar que un par de meses antes de hacer los exámenes de final de la carrera anunciase a sus orgullosos padres y amigos que iba a continuar en la universidad estudiando el Doctorado. Quería convertirse en Doctora en Bioquímica y seguir toda su vida llenando su mente con bellos y retadores problemas protagonizados por diminutos personajes. Marina era feliz.

El doctorado transcurrió con normalidad, como era lógico en la aparente vida de Marina, regado con miles de litros de café y profundas conversaciones en la oficina hasta altas horas de la noche. Su tesis versaba sobre el Alzheimer, esa terrible enfermedad que segaba de una manera tan triste cada vez más vidas humanas.

Y entonces llegó la terrible encrucijada del destino: Marina había descubierto el por qué y la cura de la enfermedad. Lo curioso del caso, es que era algo tan simple, tan lógico, había estado allí todo el tiempo, invisible a los ojos de tantas mentes inteligentes y estudiosas. Pero ella, transformando la cadena de acontecimientos y a sus personajes en problemas numéricos lo había visto: era uno de ellos, una diminuta proteína que hacía algo más que lo que todo el mundo pensaba. Sólo hacía ese algo más cuando otra cadena de acontecimientos desencadenaba en un particular escenario en el cual esta diminuta proteína representaba su papel secreto. ¡Y Marina lo había descubierto! Estaba tan excitada, tan contenta porque iba a poder solucionar la vida de tantos miles de personas en el mundo. ¡La satisfacción era desbordante!

Entonces llegó la pesadilla: era imposible contarle al mundo lo que había descubierto sin revelar que era superdotada. Lo había pensado una y mil veces, había intentado diseñar una serie de experimentos que llevasen a la misma conclusión…imposible, cualquier experimento que hiciese enmascararía el doble papel de la diminuta Mata Hari.

La pesadilla se convirtió en dilema: qué hacer, ¿puedo realmente callarme este descubrimiento? ¿Tengo derecho bajo estas circunstancias a una vida normal? ¿Voy a poder vivir conmigo misma y mi conciencia si al final callo?

En medio de tan cruel dilema se encontraba Marina aquel domingo de Febrero, en el que su amante madre decidió celebrar su cumpleaños con la familia más cercana. Fue una comida y sobremesa exquisita y placentera, disfrutando del saber hacer culinario de su madre y de la compañía de tantos seres queridos que la conocían desde que había nacido. Por esas pocas horas Marina olvidó su dilema y se entregó a disfrutar de los placeres que le ofrecía su vida normal.

Para cuando se calzaba las abrigadas botas y el enorme abrigo Marina ya había tomado la decisión: callaría para siempre.

Salió de casa sonriendo y feliz. Sabía que siempre tendría remordimientos de conciencia pero se dio cuenta de que la decisión la había tomado ya desde hacía muchísimos años.

Fue a encontrarse con su amiga del alma Isabel, en su cafetería favorita. Isabel lo estaba pasando muy mal y tenía que contarle algo a Marina. Entre llantos le contó de qué se trataba: a su padre le habían diagnosticado Alzheimer el día anterior.

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