Una espanolita en Londres

Una espanolita en Londres
Camden Town Girl...o sea, yo

Fabio, yo y mil historias inventadas contrarreloj

Yo, españolita, treintañera y con ganas de hacer algo diferente en mi vida, he decidido, por fin, poner por escrito las millones de historias y fantasías que pasan por mi cabeza... ¡en forma de reto!

Fabio, un hombre argentino aficionado a la literatura si cabe más que yo, me manda sus historias y cuentos desde hace poco, y yo le correspondo con las mías. Alguien a quien no conozco, una conexión difícil de explicar...

El reto es, cada vez que reciba un texto de Fabio, he de contestarle en menos de 24h, con una historia totalmente nueva y original...

¿Podré seguir el ritmo? ¿Será mi imaginación tan fantasiosa como siempre he pensado? ¿O no seré más que otra españolita en Londres que se piensa que, por estar en esta ciudad tan libertaria, puede hacer cualquier cosa que se proponga? ¡Este blog me sacará de mis dudas! :>


miércoles, 30 de junio de 2010

La 18 bajo un sol de justicia

Hola a tod@s!

Muchos de vosotros ya pensábais que había abandonado el reto, pues no! Sigue en pie! No puedo seguir el ritmo de antes por mi trabajo, pero de ahí al abandono hay un mundo.

Aquí en la jungla hace un sol de justicia últimamente. Sol y calor que nosotros hombres y mujeres venidos del cálido sur esperamos que dure lo más posible.

Buneo, sin más preámbulos, aquí os traigo la historia número 18 creada contrarreloj para Fabio. Espero que os distraigáis un rato con ella :>




EL BLOG DE LAS ANDANZAS DE UN REBELDE

Hoy he presenciado algo que me ha llenado de tristeza y desolación. He decidido que el mundo actual está absolutamente loco. ¡Hay que cambiarlo! Y yo voy a colaborar para que esto suceda. Este blog que aquí os traigo es la prueba documentada de mis andanzas. Andanzas de un rebelde romántico que aún piensa que no es demasiado tarde para crear un mundo mejor.

JUEVES 11 DE MARZO DE 2010
LA CHISPA QUE ENCIENDE LA REVOLUCIÓN
Hoy estaba en el autobús. Un hombre se ha subido y no tenía dinero para el billete. Sus ropas y aspecto en general denotaban pobreza y una vida muy dura. El hombre ha pedido a los pasajeros si alguien le podía prestar un euro para el billete. Nadie respondió. Todo el mundo se hacía el loco o miraba al hombre con desprecio, arrogancia y superioridad. Lo que yo he sentido ante toda la situación ha sido tristeza. Una profunda y desoladora tristeza. Así que me he acercado al hombre y le ha dado el euro que pedía para poder subir al autobús. El hombre ha quedado eternamente agradecido y hemos charlado hasta que ha llegado mi parada. El hombre me ha vuelto a agradecer mi gesto y con una sonrisa ha seguido su trayecto en al autobús. Una sonrisa me ha acompañado a mí también el resto de la jornada. Me sentía tan bien y sobre todo rebelde frente a este absurdo mundo que he pensado que si cada vez que una situación de estas se nos presentase actuásemos así todo iría mucho mejor. La gente sería probablemente más feliz. Por ello he comenzado este blog al que os invito a todos con los brazos abiertos para que sigáis el curso de mi pequeña revolución frente a este miserable mundo que nos hemos creado.

MIÉRCOLES 17 DE MARZO DE 2010
LA SEGUNDA BATALLA
La segunda batalla de mi revolución ha sido ganada en el supermercado del barrio. Un hombre de aspecto perfectamente digno ha sido cogido in fraganti por una de las empleadas robando un pollo. La empleada se ha comportado mezquinamente con él. Ha arremetido con muy poca educación y muy agresivamente contra el hombre en público, poniéndolo en evidencia y haciéndole llorar de vergüenza y humillación. El pobre hombre me ha dado mucha lástima. Entre sollozos se disculpaba y confesaba que estaba en el paro y no tenía con qué alimentar a su familia. Así que me he metido en medio y le he dicho a la empleada que era una grosera y que no tenía corazón. Acto seguido me he llevado al hombre y le he llenado dos cestas de alimentos y productos de higiene para su familia. Le he dado mi móvil y le he dicho que cada vez que se vea en apuros me llame. Yo estoy prejubilado y el dinero ya no me hace falta.

Pobre hombre. Le he invitado a un café y ha llorado como un recién nacido toda su miseria. Me ha contado que fue despedido de su empresa tras 15 años de fiel servicio. Así sin más, de un día para otro. Ahora es incapaz de encontrar otro trabajo en estos tiempos críticos que corren. A lo de encontrar trabajo no le puedo ayudar, no tengo esa clase de contactos. Pero sí que puedo ayudarle a que su familia coma y se lave.

¡Qué tristeza de mundo!

MARTES 22 DE MARZO DE 2010
LA REVOLUCIÓN SIGUE SU CURSO: YA ENCONTRÉ SU BANDERA
Esta semana me he dedicado a ceder mi asiento en el autobús a toda persona que lo necesitase. Gente anciana, cansada, mujeres embarazadas, obreros destrozados. La chispa que se encendió en cada uno de ellos tras la cesión de mi asiento público no tiene precio. Cada uno de ellos me emocionó. Un pequeño gesto puede cambiar el humor de una persona de una manera tan hermosa. Estos pequeños gestos son la bandera de mi revolución.

JUEVES 8 DE ABRIL DE 2010
ESCRIBO EN NOMBRE DE MI MARIDO
Hola a todos. Me llamo Marisa y soy la mujer de Alfredo, el creador de este blog revolucionario. Mi marido me ha pedido por favor que escriba en su nombre escribiendo su última batalla. No sé exactamente quiénes sois los que lo leéis, ni siquiera sé si alguien lo lee. Pero este blog es algo muy importante para mi Alfredo, y por ello he accedido a su petición.

Hace más o menos 10 días, mi Alfredo entró en la frutería del barrio para comprar. Justo cuando entró, la dependienta estaba atendiendo a un joven muy maleducado y grosero que estaba poniendo en serios apuros a la pobre chica con sus juramentos y desprecios. Alfredo no lo pudo soportar y se metió en medio a espetar al joven por su agresividad y grosería. Le dijo que no debía tratar así a la gente y que conseguiría mucho más de ellos siendo amable y educado. El joven le amenazó y se fue de la frutería con el orgullo muy herido y un humor de perros. El resto de los clientes aplaudieron a mi Alfredo por su valentía y por su razón.

Una medio hora anduvo mi Alfredo en la frutería hasta que terminó de comprar. Al salir, el salvaje joven le propinó una paliza junto con otro de sus amigotes. Cobardes, dos contra uno. Hicieron trizas a mi Alfredo que desde entonces está ingresado. Pero sale adelante. Y seguirá con su revolución. Ese es el gran mensaje que quería transmitir a través de mí: esta no es la última entrada de este blog rebelde. Sus andanzas continuarán porque la revolución no ha terminado.

Gracias a todos.

jueves, 10 de junio de 2010

La 17, por el maestro Delibes

Hola chic@s!

cómo va la semanita? La mia muy lenta y aburrida, mucho trabajo rollo a ordenador de ese que hay que hacer pero nunca apetece ;>

La historia de hoy lleva muuuucho tiempo en mi cabeza. Para mi es muy importante y visceral. Además, es un homenaje al maestro Delibes, que me maravilló con sus 5 horas con Mario.

Aqui va mi historia 17 creada contrarreloj para Fabio. Espero que os guste!



EL SARAMPION

Ahora me sale el niño con que tiene sarampión. ¡Ay Dios! ¿Pero que he hecho yo para merecer esto? Si ya lo sabía yo, todo el colegio infectado, claro, no iba a ser éste menos. ¡Ay Dios mío! ¿Y como me las voy a apañar yo ahora? ¡Si no tengo ya tiempo de nada como para andar cuidando al niño! Bueno, lo que esta claro es que se tendrá que quedar solo en casa mientras llevo a la niña a la guardería. ¡Y tengo que acompañar a mi madre al médico mañana! Porque desde luego, con mi hermana no se puede contar, desde que la ascendieron en la oficina esa de las narices no se ocupa más que de su casa y punto. Y claro, yo a cuidar de los papás, como si no tuviese bastante con lo mío. Ese es el problema, que nadie se da cuenta de que no puedo casi ni con lo mío. Como nunca me quejo, como tiro palante con todo pues hale, a fastidiarme toca y a que cada día me manden más cosas. Y encima, como no trabajo pues no tengo excusa ¡En la bendita hora en que se me ocurrió dejar de trabajar! Claro, que era un trabajo de mierda, me tenían explotada y humillada. Seguí con él cuando nació el niño pero cuando tuve a la niña ya dije que se acabó. Mandé a mi jefe y esa empresa al infierno, que es donde deberían estar por explotadores. Y desde entonces pues ama de casa, a mis faenas y mis niños. Lo que digo siempre, ¡en la bendita hora en que dejé de trabajar!

Lo que tenía que haber hecho era buscar otro trabajo. Con lo que siempre me gustó a mí tener mi propia independencia, y salir y arreglarme todos los días, y estar con gente. Porque ahora, sólo estoy con los niños, lo papás y Manolo, con nadie más. ¿Y arreglarme? ¡En mis sueños me arreglo yo! ¡Dios mío que pintas llevo! El caso, que no supe imponerme a Manolo. Porque yo tenía curriculum como para haber encontrado otra cosa mejor. Pero él, erre que erre. Que todo lo que iba a encontrar sería igual, y que me tendrían explotada otra vez. Y yo, me dejé convencer, como una tonta. Como total él tiene un trabajo decente que nos da para vivir. Aunque sin lujos ¿eh? Nada de salir a cenar por ahí a restaurantes. Todo lo más unas tapitas en el bar de la plaza. Y lo de comprar ropas fuera de rebajas, ¡ni de casualidad! Pero vivir lo que es vivir, pues es verdad que se puede. Además, como dice él, ahorramos estando yo en casa con los niños y ocupándome de los papás, porque si no, tendríamos que pagar una criada para cada casa. A mí cuando me empieza con que ahorramos dinero me enciende viva. ¡A que precio! Le digo yo, ¡al de estar esclava en casa y todo el día con pañales y papillas y mocos! Y él me dice que exagero, que no es para tanto, que lo bien que estoy en mi casa. ¡No lo aguanto! ¡Harta estoy ya de todo! ¡Harta! ¡Y encima el niño me sale ahora con sarampión! ¡Ay Dios! ¿Pero que he hecho yo para merecer esto?

Porque lo que yo siempre me merecí es otra vida distinta, muy distinta. Una vida de mujer trabajadora y con un marido que me mime y comparta las tareas conmigo. Como el padre de Daniel, que va a clase con el niño. Oye, va todas las tardes a recoger a sus hijos al colegio. Va a todas las reuniones del cole y hablando hablando con él, ¡pues que se encarga él de la compra y las comidas en su casa! Su mujer trabaja muchas horas y claro, tienen que dividirse las tareas. El pobre me da un poco de pena, se siente solo, como yo. Así que claro, nos comprendemos tan bien los dos, con sólo mirarnos ya sabemos lo que nos pasa. Porque Manolo también está fuera de casa muchas horas y cuando llega por las noches está siempre cansado y sin ganas de hacer nada. Y yo, a mojarme las ganas en la bañera, con tufo a Nenuco. ¡No es justo! ¡Esta no es la vida que yo me merezco! ¡Dios que harta estoy! ¡Harta a más no poder de esta vida de esclava de mi casa y los niños! ¡Harta de no tener tiempo de nada! ¡Y encima el niño me sale ahora con sarampión! ¡Ay Dios! ¿Pero que he hecho yo para merecer esto?

Lo que tendría que hacer es desaparecer, desaparecer para siempre y tener la vida que siempre me he merecido. Pero ahora es imposible, imposible. Ni siquiera se si lo estoy o no. ¿Y si lo estoy? ¿Cómo se lo explico yo a Manolo? ¡Si hace siglos que no hacemos nada de nada! Ay Dios mío por favor que no lo esté, que no lo esté porque si no ya si que no puedo más. ¿!Cómo se lo explico yo a Manolo!? ¿!Y al padre de Daniel!? ¿!Que la única vez en mi vida que he cometido una locura, que estaba fuera de mí, que yo no quería Dios sabe que no quería, me quedo embarazada!? Ay Dios mío por favor no, no me hagas esto, que bastante harta estoy ya de todo. ¡Tan harta que creo que me voy a volver loca! ¡Y encima el niño me sale ahora con sarampión! ¡Ay Dios! ¿Pero que he hecho yo para merecer esto?

domingo, 6 de junio de 2010

La numero 16, mirando a mi café

Hola a tod@s,

perdonad que haya tardado tanto tiempo en postear esta historia. He vuelto a romper el reto, no he abierto deliberadamente el correo de Fabio para así no tener que escribir una historia. El estrés me está matando pero ya lo se, no debería ser una excusa...

Estoy mirando a mi enorme taza de café casi vacía. Me niego a beber ese último trago porque eso significa que la manana empieza oficialmente y con ella otro día de estrés y tensiones. Se valiente Elena, cuanto antes empieces antes acabas, o eso dicen por ahí...

Aquí va la historia número 16 de este blog. Espero que os guste mucho:


EL LADRÓN DE LAS HISTORIAS DE CLAIRE

Aquella gris y húmeda mañana Claire se levantó como de costumbre a las 7.30am. Se dio una ducha rápida y caliente y se vistió con su uniforme de oficina habitual: pantalones sastre negros o grises, blusa siempre blanca y zapatos negros sencillos. Se plantó en la cocina entre bostezos y se preparó el mismo desayuno que había tomado toda su vida: te con mucha leche y azúcar y un par de tostadas con mantequilla. Salió de su casa a las 8.15 en punto. Tenía así más que tiempo de sobras para llegar a la oficina antes que nadie y leer un poco las noticias de la mañana. Su trabajo como administrativa era para ella más que suficiente. Nunca había tenido ninguna ambición profesional. Su verdadera ambición y pasatiempo estaba fuera del trabajo. Claire era una entusiasta de las novelas policíacas. Había leído todo lo publicado sobre el género, desde las obras completas de Agatha Christie hasta la archipopular trilogía Millenium de Stieg Larsson. Lo conocía todo. Pero su pasión no acababa allí. Claire imaginaba pequeños cuentos policíacos, tenía cientos de libretas perfectamente enumeradas con millones de garabatos que delineaban historias de asesinatos, desapariciones y misterios... Nadie conocía su pasión, su pasatiempo, su mundo particular. Claire pasaba por una inglesa gris y conformada, sencilla y siempre correcta, buena compañera de pintas y tertulias políticas en el pub...

Aquella gris y húmeda mañana al llegar a la oficina, Claire decidió que a la hora de comer se daría una vuelta por las charity shops locales en busca de libros policíacos. Después de revisar de arriba a abajo dos de ellas estaba a punto de desistir cuando por inercia sus pasos la llevaron hasta una tercera diminuta. Entró y enseguida descubrió un libro extraño, de color rojo muy intenso, que estaba absolutamente nuevo: 15 cuentos misteriosos, firmado por un tal Edward H. Taylor. Perfecto, se dijo, y fue a la caja a pagar.

En cuanto tuvo un par de minutos libres se puso a ojear con la ilusión de una niña pequeña su nuevo tesoro… No podía ser, esa primera historia era suya, la había imaginado ella. Era la historia de un niño desaparecido y de cómo su familia da con el con la ayuda de un dudoso detective… Claire estaba perpleja, en shock. Fue a la siguiente historia… ¡También era suya! ¿Pero qué era esto? ¿Una broma? Y la siguiente, y también la siguiente… ¡Todas eran suyas! ¡Dios mío no podía ser! ¡Todas esas historias las había inventado ella! ¡Sus libretas daban fe de ello! Completamente anonadada y estupefacta se excusó con su jefe argumentando una terrible jaqueca y se fue directa a la charity shop donde había comprado el libro. Le preguntó al dependiente de la diminuta tienda si había visto a la persona que había traído ese libro. Curiosamente sí lo recordaba dijo, porque había sido el mismo autor el que lo había traído, por eso estaba nuevo. Le dijo que de vez en cuando traía uno de sus libros, siempre de un color muy intenso, y siempre contenía historias policíacas difíciles de resolver. El mismo dependiente tenía un par de libros en su casa, le comunicó, porque le parecían historias muy bien resueltas y diferentes. Claire estaba más blanca que una luna llena. ¿Así que había más? ¡Dios mío! Exclamó en voz alta. Le explicó al dependiente su problema y éste simpatizó con ella, la pobre muchacha parecía tan afectada. Se ofreció a llevarla a su casa y enseñarle los libros para que Claire pudiese comprobar si esos libros también contenían sus historias...

¡Y efectivamente! Como Claire se temiese los dos libros que el dependiente atesoraba en su casa ¡contenían más historias suyas! Claire no entendía nada, estaba en un shock completo, las lágrimas resbalaban por su rostro. Alguien había profanado su secreto templo. No tenía más remedio que encontrar al tal Edward H. Taylor y cuestionarle. El dependiente, que a estas alturas estaba aún más intrigado que Claire, le dijo que el autor solía visitar la diminuta tienda una vez al mes más o menos. Hizo un esfuerzo para acordarse de cuándo había sido la última vez que lo vió. Había sido hacía unas tres semanas, cuando trajo el libro de las rojísimas tapas. Se intercambiaron los móviles y el dependiente prometió llamar a Claire en cuanto el misterioso autor pusiese los pies en la tienda.

Unos 8 días más tarde el autor hizo su aparición en la diminuta charity shop, y el dependiente, fiel a Claire, la llamó en cuanto el autor puso su primer pie dentro. Claire salió como una exhalación de su oficina y en menos de 10 minutos estaba en la charity shop, mirando a los ojos a Edward H. Taylor...

“Hola Claire, se quién eres. Siempre supe que este momento llegaría tarde o temprano”

“¿Cómo puede ser que me conozcas? ¿Y cómo has conseguido tener acceso a mis historias? Nadie, absolutamente nadie sabe sobre ellas”

“Lo se. Por eso te las robo, porque son historias muy hermosas que deberían ser contadas. Tienes un gran talento Claire y es una pena que permanezca oculto”

“Sigo sin comprenderlo, ¿cómo consigues descubrirlas?”

“Desde el día que nací tengo un don: los pensamientos de a gente suenan en mi cabeza, como si estuviese escuchando una emisora de radio. Mi cabeza no está en sintonía con los pensamientos de todo el mundo, sólo con los de unos pocos, como por ejemplo tu. Desde que tus pensamientos e historias comenzaron a sonar en mi cabeza supe que tenía que escribirlas, ya que tu cobardía no te permitía hacerlo. No deberías estar enfadada conmigo Claire, la culpa es tuya. Decidir no contar esas historias las hace anónimas, y como tal, cualquiera las pude reclamar. Tu cobardía es la culpable Claire, no yo”


RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIING 7.30am

Claire se levantó envuelta en agua. Dejó un mensaje en el contestador de la oficina diciendo que estaba enferma. Se sentó durante el resto del día en su portátil a escribir sus historias una tras otra tras otra...y así los días sucesivos en cuanto volvía de trabajar. En el transcurso de un mes les confesó a sus amigos y familia su afición...