La sexta historia y la sublevación cultural

Hoy Fabio me mandó otra historia que sólo tuve tiempo a leer por encima pero aun así me emociono... Me voy convirtiendo en una alumna aventajada suya. Sus correcciones en rojo son cada vez más espaciadas. Esto es lo que opina de la cuarta historia:

"Me gusta mucho la forma original que elegiste, pero hay unas cosas. En principio, no entendí el final. Creo que falta información. Sería bueno saber quién dice: Alicia, ven, etc. Si la que narraba lo anterior era Alicia, etc. Me gusta mucho la forma en que distribuiste el relato, con mucha acción y entreverando esa canción. Me gusta esa tendencia que tenés a narrar en presente, porque el presente da a entender que las cosas están ahí a flor de piel en la cabeza del narrador, y eso el lector lo toma en cuenta y absorbe más."



Desde que empezamos nuestro particular intercambio, me he dado cuenta de que hay tanta cultura nunca revelada, tanto artista anónimo, tanto contador de historias que como yo jamás seremos escuchados por las masas... Pero tenemos algo que decir! algo que transmitir! La cultura que llega a nuestras manos es una ínfima parte de la total que se esconde ante nuestras narices! Y quién decide lo que se "ve" y lo que no? Quienes son ellos que se creen con ese derecho a decidir por la gente lo que hay que leer, escuchar o ver?

Amig@s, desde aqui os llamo a la sublevación cultural! Sublevaos! Rebuscad cultura escondida! Levantaos contra las normas establecidas! y que disfruteis :>

Aquí está mi sublevación cultural del día ;> La sexta!




EL REGALO DE UN ÁNGEL CUALQUIERA

Cecilia y Ricardo eran una pareja convencional. Su casa era convencional. Su coche era convencional. Su vida era tan convencional que resultaba de un aburrido tremendo. Ninguno tenía ningún aliciente en esta vida más que ir a trabajar y volver a casa a realizar las tareas cotidianas. Y así día tras día tras día… Todo gris… Convencionalismo y normalidad por doquier…

Ángel tenía un don, y uno muy muy especial: el de saber hacer el regalo perfecto. Siempre acertaba de una manera genial y sublime. Sabía incluso regalar para complacer los deseos más ocultos de la gente. Deseos que ni siquiera ellos mismos se habían atrevido a formular todavía…

Aquel normal y convencional 23 de Noviembre, Cecilia recibió como regalo de cumpleaños un simple e inofensivo libro, acompañado por una tarjeta que había firmado todo el mundo en la oficina. Todo el mundo, incluida la propia Cecilia, se quedó un poco perplejo. ¿Eso era lo mejor que había conseguido encontrar Ángel con el dinero que todo el mundo había puesto? ¿Un simple libro que lo único que tenía de especial es que estaba encuadernado en tapa dura y con un bonito dibujo en la portada? El desconcierto reinaba en la oficina. “Querida Cecilia”, dijo Ángel, “deseo que todos los días de tu vida sean únicos y especiales”. Más perplejidad y desconcierto…

El libro pasó a endosar las mediovacías estanterías del gris salón de Cecilia y Ricardo. Ahí, olvidado, permaneció mucho tiempo. Mucho tiempo de grises días…

Hasta que un buen día de primavera Cecilia lo desenterró cuando se encontraba haciendo limpieza general de la casa. Lo tomó entre sus manos y observó la hermosa ilustración de la tapa. Era preciosa. Tan colorida y llena de vida. Sonrió y a su mente vino aquel normal y convencional 23 de Noviembre día de su cumpleaños. Cuando Ángel le había dado el regalo en nombre de toda la oficina, con aquel enigmático deseo formulado a viva voz…

Ahí mismo, Cecilia se sentó en el sofá, trapo de polvo aún en mano, y comenzó a leer el libro. Lo leyó en 3 tirones. Contaba la historia de un joven poeta que siguiendo su destino se fue a París a respirar arte y libertad. Cecilia ya no era la misma, algo había cambiado en su interior. De repente, se sintió libre y poderosa…

El mismo día que terminó el libro, Cecilia se plantó en casa de sus padres dispuesta a desenterrar el viejo caballete. En su día tuvo cualquier fin pero ninguno artístico. Y Cecilia empezó a pintar...

Cecilia ya no era gris, era de todos los colores del arco iris. Era feliz, sus ojos brillaban, su cara irradiaba alegría. No pensaba más que en salir de trabajar para ir a casa a pintar. Ricardo estaba alegre sólo de verla a ella tan feliz. Y como Cecilia estaba ahora tan ocupada, Ricardo tuvo que empezar a ocuparse de cocinar. ¡Y hete aquí que resultó ser un cocinero excepcional! Juntaba ingredientes a priori inmezclables para crear platos únicos y sabrosísimos. Sus creaciones hacían las mil delicias de Cecilia y todos los amigos y familiares que ahora venían a casa a comer. Porque ahora Cecilia y Ricardo tenían una vida social agotadora, ruidosa, enriquecedora…

Cecilia y Ricardo ya no eran grises ni lo serían nunca más. Ahora eran sinónimo de luz y colorido, de alegría e ilusión. Cada día tenía algo que lo hacía único…

Exactamente 3 años después de que Ángel le regalara el aparentemente simple e inofensivo libro, Cecilia le habló a solas. “Ángel, ¿te acuerdas del deseo que formulaste para mí hace 3 años?” “Por supuesto querida Cecilia” “Ángel, se ha hecho realidad” “Lo se querida Cecilia, lo se…”