Una espanolita en Londres

Una espanolita en Londres
Camden Town Girl...o sea, yo

Fabio, yo y mil historias inventadas contrarreloj

Yo, españolita, treintañera y con ganas de hacer algo diferente en mi vida, he decidido, por fin, poner por escrito las millones de historias y fantasías que pasan por mi cabeza... ¡en forma de reto!

Fabio, un hombre argentino aficionado a la literatura si cabe más que yo, me manda sus historias y cuentos desde hace poco, y yo le correspondo con las mías. Alguien a quien no conozco, una conexión difícil de explicar...

El reto es, cada vez que reciba un texto de Fabio, he de contestarle en menos de 24h, con una historia totalmente nueva y original...

¿Podré seguir el ritmo? ¿Será mi imaginación tan fantasiosa como siempre he pensado? ¿O no seré más que otra españolita en Londres que se piensa que, por estar en esta ciudad tan libertaria, puede hacer cualquier cosa que se proponga? ¡Este blog me sacará de mis dudas! :>


miércoles, 28 de julio de 2010

Y la 20! Increible!

Hola a tod@s!

hoy estoy de celebración! Esta es mi historia número 20 de este blog! a mi se me antoja todo un record conseguido a base de muchas horas de darle al bolo, mucho café a muy tempranas horas de la manana y muchas noches alcohólicas en la jungla en las que se me fue la olla y como resultado me inspiré para escribir ;>

Esta historia de hoy es diferente al resto. He decidido poner a trabajar mi vena científica y combinarla con todas esas letras de viejas canciones escritas antes de que nací que no puedo parar de escuchar estos días.

Espero que os guste mucho y celebréis conmigo mis 20 historias creadas contrarreloj para Fabio!




ELISA Y SU GUITARRA

Las lluvias estuvieron amenazando todo el fin de semana, pero al final no cayeron más que cuatro truenos desafinados. Por si acaso, Elisa se refugió entre una manta y una taza humeante de té verde durante buena parte del sábado y el domingo completo. La casa estaba vacía y necesitaba pensar. Pensar en lo que descubrió el jueves en el desván...

Elisa era una niña rica que además se había sabido casar muy bien. Su marido Alejandro no sólo era atractivo y devoto de ella, era además un abogado de prestigio pese a su temprana edad. Ganaba muchísimo dinero, por lo que Elisa no necesitaba trabajar. Se dedicaba a cuidar de la enorme casa que la familia de Elisa les había regalado como dote y de los niños. Tener organizada y siempre impecable una vieja casona como aquella era mucho más complicado de lo que parecía, un trabajo de gestión a tiempo completo. Pero Elisa lo hacía bien, sabía mandar y tenía buen gusto. Elisa apenas podía recordar cómo era antes de conocer a Alejandro, antes de aquella casa. Apenas tenía unos pocos retazos de su adolescencia en su memoria. Curioso. Porque recordaba perfectamente su privilegiada niñez. Pero de los 16 a los 21 nada, apenas cinco destellos de una chica con muchas energías y enormes ojos luminosos. Seguía teniendo muchas energías y unos enormes ojos. Pero ya no iluminaban nada...

Elisa siempre tenía la sensación de que le faltaba algo. Y se odiaba a sí misma por ello. Sabía lo enormemente afortunada que era por tener todo lo que se supone que hoy en día una persona podía desear. Pero esa sensación era demasiado fuerte algunas veces. Sin querer, sorprendía a sus enormes ojos llorando ajenos a ella. O descubría su propio cuerpo atrincherado en su cama muerto de miedo. ¿Qué era lo que le sucedía? ¿Por qué esa sensación absurda? Esa sensación absurda mas el susurro permanente al fondo de su conciencia... ¿Por qué no podía recordar su adolescencia?...

Aquella semana tocaba limpieza del desván. A Elisa le daba vergüenza reconocer que no lo había tocado desde que se mudaron. A saber lo que habría allí. Subió junto con una de las criadas armadas con bolsas de basura y trapos para el polvo. Aquel desván tenía demasiados trastos que tardarían varios días en ser organizados. Había grandes arcones con ropas viejas que Elisa escrutó cuidadosamente para ver cuáles serían donadas y cuáles todavía guardadas. Había cajas de libros por todas partes y cientos de viejos cachivaches. Álbumes de fotos familiares de Alejandro y unos pocos de ella de cuando era niña. Y más cachivaches aquí y allá… Hasta que al tercer día de limpieza, Elisa dio con una vieja guitarra española. ¿Qué hacía esa guitarra allí? Si ni ella ni Alejandro tocaban… Era muy extraño. Y más extraño todavía lo hermosa y bien conservada que estaba. Elisa la llevó a su cuarto para interrogar a su marido por ella en cuanto volviese del trabajo. No podía dejar de mirarla. Por supuesto las cuerdas estaban desafinadas, a saber cuánto tiempo llevaba allí tirada en el desván. La cogió entre sus brazos y de repente algo sorprendente ocurrió. Elisa se vio a si misma de adolescente tocando esa misma guitarra. La guitarra cayó al suelo y Elisa se quedó allí sentada y muda durante horas… Hasta que Alejandro regresó y la encontró allí, a oscuras, medio en trance y con los ojos húmedos…Cuando Elisa volvió en sí clavó la mirada en Alejandro y le espetó: “lo he recordado todo. Ahora se quién fui y qué pasó”…

Elisa fue una niña rica modelo y ejemplar. Siempre tan educada y correcta, tan aplicada y limpia. Pero cuando cumplió los 16 años más o menos empezó a cambiar. Recibió como regalo una hermosa guitarra española que en seguida aprendió a llenar de acordes y más tarde melodías. Ella, que jamás había tenido ningún interés especial por la música, empezó a escuchar la radio y todos los discos que se podía comprar. Y empezó a componer, y a escuchar ciertas bandas que sus padres hubiesen preferido que nunca descubriera. Así, Elisa ya no estaba tan conforme con su vida privilegiada, con su vida perfectamente delineada y planeada. Ella quería más, empezó a soñar, a hacer sus propios planes, a escribir canciones de libertad…

Sus padres estaban desesperados. Intentaban de todo con tal de hacerla entrar en razón. Ahora hasta vestía estrafalaria e iba con gente aún más estrafalaria si cabía. Y Eduardo fue la última gota en colmar el vaso. Eduardo era el hijo de la cocinera. Era atractivo y rebelde. Pero lo que más le atrajo a Elisa de él es que vivía en ese mundo libre que al parecer le estaba prohibido a ella. Se enamoraron como lo que eran, dos niños inocentes y excitados, locos ante la nueva vida que se abría ante ellos, que compartirían a partir de ahora… Los padres de Elisa estaban al borde de la histeria, una hija así perdida, para siempre…

Hasta que una noche tormentosa y desapacible de primeros de otoño el cruel destino se apareció para llevarse a Eduardo para siempre de la vida de Elisa. Un accidente de tráfico en un segundo sirvió para cambiar todo. Eduardo murió y Elisa, en shock, olvidó todo. Enterró ese traumático recuerdo en su memoria junto con todos los acontecimientos que le habían llevado a él, desde que recibiese esa hermosa guitarra española y empezase a soñar…

Al poco conoció a Alejandro, al que los padres de Elisa pusieron al cabo de lo ocurrido. Los 3 se conjuraron para ocultar para siempre todo a Elisa. Borraron del mapa todos sus discos, composiciones, ropas estrafalarias y demás harapos…Excepto la guitarra. Decidieron guardarla porque era hermosa y al fin y al cabo había sido un bonito regalo de cumpleaños hecho desde el cariño por unos amantes padres. La guitarra se quedó. Y con ella todos los recuerdos…

Elisa seguía refugiada en la manta, la casa vacía a petición propia. Seguía pensando en qué hacer. Ahora que sabía la verdad no podía ignorarla. Pero recordar le dolía tanto, le desgarraba las entrañas, sentía nauseas. Y a eso había que sumarle la rabia y odio que sentía hacia sus padres y marido, que supuestamente la amaban. Era demasiado, se ahogaba, no podía respirar… En un ataque de ansiedad cogió la guitarra y la hizo trizas, la estampó una y mil veces contra el suelo hasta que la sensación de ahogo desapreció. Limpió bien los restos y como hipnotizada se metió a la cama. Durmió durante horas, y horas, y horas…

Hasta que Alejandro regresó para despertarla y descubrir que Elisa había vuelto a olvidar. Había vuelto a enterrar todo en su memoria. Y esta vez no había guitarra para desenterrar nada…

Elisa volvió a ser la privilegiada niña rica a salvo en su palacio. Pero Elisa siempre tenía la sensación de que le faltaba algo. Y sin querer, sorprendía a sus enormes ojos llorando ajenos a ella. O descubría su propio cuerpo atrincherado en su cama muerto de miedo en las noches tormentosas y desapacibles ¿Por qué esa sensación absurda? Esa sensación absurda mas el susurro permanente al fondo de su conciencia... ¿Por qué no podía recordar su adolescencia?...

NOTA:

Amnesia disociativa
La amnesia disociativa es una incapacidad para recuperar información personal importante, generalmente de una naturaleza estresante o traumática, la cual es muy generalizada para que pueda justificarse como un olvido normal.
Generalmente, la pérdida de memoria incluye información que forma parte del conocimiento consciente habitual o memoria “autobiográfica” (quién es, qué ha hecho, adónde ha ido, con quién ha hablado, qué dijo, pensó y sintió, etc.). En ocasiones, la información, aunque olvidada, continúa influyendo en el comportamiento de la persona.
Las personas con una amnesia disociativa habitualmente tienen una o más lagunas de memoria que se extienden desde unos pocos minutos a unas pocas horas o días. Sin embargo, se han documentado lagunas de memoria que abarcaban años o incluso la vida entera de una persona.

6 comentarios:

  1. Feliz cumple20!

    Ya sé que me repito......pero me gusta muuuucho tus historias!!

    Besos

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  2. Elena me ha gustado mucho el toque misterioso de esta historia. Un beso guapa.

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  3. Como a 'eola', también me ha gustado el toque misterioso.

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  4. FElicidades! Buena historia, y mi frase preferida: La guitarra se quedó. Y con ella todos los recuerdos…
    Soy la unica que quiere saber mas sobre la historia de elisa y eduardo??? ;)

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  5. Quien sabe, igual de esta historia podria salir un libro ;>

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