Una espanolita en Londres

Una espanolita en Londres
Camden Town Girl...o sea, yo

Fabio, yo y mil historias inventadas contrarreloj

Yo, españolita, treintañera y con ganas de hacer algo diferente en mi vida, he decidido, por fin, poner por escrito las millones de historias y fantasías que pasan por mi cabeza... ¡en forma de reto!

Fabio, un hombre argentino aficionado a la literatura si cabe más que yo, me manda sus historias y cuentos desde hace poco, y yo le correspondo con las mías. Alguien a quien no conozco, una conexión difícil de explicar...

El reto es, cada vez que reciba un texto de Fabio, he de contestarle en menos de 24h, con una historia totalmente nueva y original...

¿Podré seguir el ritmo? ¿Será mi imaginación tan fantasiosa como siempre he pensado? ¿O no seré más que otra españolita en Londres que se piensa que, por estar en esta ciudad tan libertaria, puede hacer cualquier cosa que se proponga? ¡Este blog me sacará de mis dudas! :>


domingo, 23 de mayo de 2010

Historia 15 o el veranito me envuelve

Hola a tod@s,

cómo estais? disfrutando del veranito? Espero que si. Aqui en la jungla hace un tiempo de esos a los que no estamos acostumbrados, un tiempo mediterráneo que invita a todo menos a la vida seria y responsable ;> Bueno, como digo, hay que aprovechar, que esto no es normal y de un día para otro se nos va.

Hoy toca una historia un poco más cortita de lo habitual y muy ligera, nada de darle al coco. Leed y dejaos llevar por ella. Espero que os guste!




HISTORIAS DE PUBS, CON UNA PINTA Y BUENA COMPAŇIA

Cuentan por aquí, se dice en este pub, que una vez fue frecuentado por una mujer inolvidable. Una española de armas tomar, que destilaba sexo y elegancia a partes iguales. Una mujer que levantaba suspiros con tanta pasión como pintas de alcohol. Dicen que esta incombustible hembra posó sus ojos en el único varón del pub inmune a sus encantos: un camarero polaco. Este hombre arrastraba un triste pasado y tenía por delante un incierto futuro. Su gran y único amor permanecía en la distante Polonia, su país natal, cuidando a una madre moribunda que no acababa de pasar a mejor vida. Para este buen y triste hombre, su amor por su dulce y pura polaca le llenaba todos sus pensamientos. Y por mucho que esa española despampanante se pavonease frente a el, nada, ni un pestañear, pues su polaca lo era todo para el.

Un buen día, un personaje inesperado llevó sus pasos hasta el pub: un inglés del norte fornido con un atractivo brutal, que tardó menos de 1 minuto en divisar a la fenomenal española. Se juró que esa mujer sería suya y de nadie más, y se lanzó a su conquista en cuanto se acabó la tercera pinta. La española, que de tonta no tenía un pelo, supo ver dos cosas en el fornido norteño: su incontestable atractivo y una oportunidad de dar celos a su impasible polaco. Se rió a carcajada limpia, sacó pecho y escote más que nunca, clavó su mirada sin compasión, insinuó su diminuta cintura con cada gesto... el fornido inglés estaba totalmente entregado a ella, y esa maldita mujer jugó con él sin miramientos durante demasiado tiempo...

Hasta que un día de verano, el inglés le confesó a la española su amor y su intención de retenerla para siempre. Entonces ella se dio cuenta de que su juego había ido demasiado lejos. No sólo no había conseguido nada del camarero polaco sino que además había enamorado a aquel buen hombre. La española dijo no y el inglés no comprendió porqué. El hombre estaba totalmente anonadado, el pensaba que ella sentía lo mismo por el. Con demasiadas pintas encima se empeñó en conocer la verdad y la razón de semejante negativa, y la española no tuvo más remedio que confesar. Cantó con amargura todos sus sentimientos por el impasible camarero polaco. Con lágrimas negras lloró su vergüenza por su despiadado comportamiento. El fornido inglés estaba fuera de si, loco de rabia y despecho. Aquel flacucho polaco era el hombre por el que su española bebía los vientos, no podía ser tan cruel la verdad... sin mediar palabra se lanzó como un animal a la barra del pub y le dio al pobre polaco una soberana paliza. En menos de 5 minutos lo había dejado inconsciente y tuvo que ser llevado al hospital. La española quería matar a ese desgraciado, así que también sin mediar palabra le estampó un vaso en la cara que le abrió una brecha de arriba a abajo. Bonito panorama el que se observó aquella tarde en el pub: dos buenos hombres heridos en cuerpo y orgullo y una mujer caprichosa pagando su comportamiento con la histeria.

Después de aquello ya no se volvió a ver más al polaco. Parece ser que aquella paliza fue la gota que colmó el vaso de su infeliz situación. Decidió volver a Polonia junto a su polaca y abandonar sus sueños de una vida mejor en estas islas.

El fornido inglés nunca fue capaz de separarse durante demasiado tiempo de la española, que por su parte no era tampoco capaz de negar la atracción que sentía por el. Lástima que ambos tuvieran esos caracteres del diablo, y de vez en cuando se liase bien gorda a palos y vasos estampados, que solía ser cada vez que ella jugueteaba con alguien y a él le entraban los celos endemoniados...

Así que amigo mío, como te lo digo, el trozo que le falta a tu silla y la muesca de esta mesa son fruto de una de aquellas broncas. Igual que aquel espejo partido de ahí. El dueño se cansó de cambiar los muebles cada vez que estos tenían una pelea de las suyas. Les ha prohibido entrar en el pub una y mil veces, pero aun así, la muy boba de la española se pasa de vez en cuando por si de casualidad su polaco hubiese vuelto. Y cuando ella aparece sabes que el inglés norteño no anda muy lejos... Ay amigo mío, qué historias pasan en los pubs, y cuánto se disfrutan con una pinta y buena compañía... ¡Salud!

2 comentarios:

  1. Ya estamos pensando en pintas...? :)

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  2. me encanta lo de "Este hombre arrastraba un triste pasado y tenía por delante un incierto futuro"

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